
El Tesoro sopesa una moneda con el retrato de Trump para el 250 aniversario de EE. UU., desatando una tormenta legal y política
El Tesoro sopesa una moneda con el retrato de Trump para el 250 aniversario de Estados Unidos, desatando una tormenta legal y política
Los diseños propuestos mezclan la iconografía presidencial con el simbolismo de campaña, preparando el escenario para una batalla sobre la ley, la tradición y el significado de la conmemoración nacional.
WASHINGTON — El Departamento del Tesoro baraja una idea audaz para el 250 aniversario de Estados Unidos: una moneda de 1 dólar con el retrato de Donald Trump. Los funcionarios revelaron los borradores de los diseños el viernes, encendiendo el debate sobre si el plan cruza tanto las líneas legales como las tradiciones monetarias de larga data.
Los primeros bocetos muestran el perfil de Trump en un lado, pero es el reverso lo que llama la atención. El borrador lo representa con un puño en alto con el telón de fondo de una bandera estadounidense, rodeado de las palabras “FIGHT, FIGHT, FIGHT”. La frase hace eco de su grito de guerra de julio de 2024, pronunciado momentos después de sobrevivir a un intento de asesinato. Los líderes del Tesoro enfatizaron que nada es definitivo, especialmente con el actual cierre del gobierno que paraliza el progreso, pero la idea ya ha desatado una ola de controversia.
¿Una laguna legal o una astuta maniobra?
En el centro del debate se encuentra una ley poco conocida: la Ley de Rediseño de Monedas Coleccionables en Circulación de 2020. El propio Trump la firmó durante su primer mandato. La ley otorga al Tesoro el poder de emitir monedas especiales de 1 dólar entre 2026 y 2030 para conmemorar el semiquincentenario de la nación. El lenguaje es amplio. Exige diseños "emblemáticos" del aniversario, pero nunca dice que las figuras vivas estén prohibidas.
Ese silencio importa. Los billetes estadounidenses han tenido una prohibición explícita sobre personas vivas desde 1866, cuando los legisladores, cansados de los escándalos de la era de la Guerra Civil, cerraron firmemente la puerta a la práctica. Las monedas, sin embargo, operan bajo un mosaico de reglas. Existe un puñado de excepciones. El rostro de Calvin Coolidge, por ejemplo, apareció en un medio dólar de 1926 mientras aún era presidente. Ese precedente oscuro podría convertirse de repente en un pilar clave en la batalla legal actual.
Cuando una moneda se convierte en un símbolo de campaña
Si el retrato genera debate, la inscripción “FIGHT, FIGHT, FIGHT” echa gasolina al fuego. En lugar de un lema nacional como “E Pluribus Unum”, el borrador de la moneda toma prestado directamente del escenario de campaña de Trump. Los partidarios pueden verlo como un símbolo de resiliencia. Los críticos lo llaman una politización descarada de la acuñación gubernamental.
El Tesoro intentó enmarcar el diseño como un tributo al espíritu de lucha de Estados Unidos, pero la iconografía es difícil de separar de la marca de Trump. Los analistas sospechan que provocar indignación podría no ser un fallo, sino el objetivo principal. Al vincular la moneda a las batallas de la guerra cultural, la administración asegura la atención, sin importar cómo sea el producto final.
Obstáculos y probables demandas
Antes de que se pueda acuñar cualquier moneda, grupos asesores como el Comité Asesor Ciudadano sobre Monedas y la Comisión de Bellas Artes deben opinar. Estos organismos, compuestos por expertos de carrera, tienen un historial de oponerse a diseños que se inclinan demasiado hacia la política. Ese proceso de revisión podría eliminar los elementos más controvertidos, incluso si el retrato sobrevive.
Las batallas judiciales también parecen inevitables. Los oponentes están preparando argumentos de que las tradiciones monetarias generales deberían aplicarse, incluso si la ley de 2020 técnicamente dejó margen de maniobra. Las demandas podrían arrastrar el asunto a un tribunal federal, donde los jueces tendrían que interpretar estatutos superpuestos.
Otra incógnita: la circulación. ¿Llegará esta moneda a los bolsillos de la gente común, o se venderá principalmente a coleccionistas a través de la Casa de la Moneda de EE. UU.? La diferencia importa. Las monedas de 1 dólar regulares ya luchan por ganar aceptación entre el público, mientras que las tiradas limitadas para coleccionistas a menudo se agotan rápidamente y alcanzan primas considerables. El Tesoro no ha revelado planes para las cifras de acuñación, los metales o la distribución, detalles que finalmente determinarán su destino en el mercado.
Dinero, mercados y el poder de la controversia
En el mundo de los coleccionables, la controversia vende. Los comerciantes de monedas y las empresas de clasificación a menudo ven un aumento en la demanda cuando la política choca con el diseño. Si el Tesoro limita las acuñaciones u ofrece versiones de plata, espere una avalancha el primer día. Los mercados secundarios suelen mostrar un aumento de precios al principio, seguido de una caída una vez que la oferta se pone al día, a menos que las cantidades estén severamente restringidas.
Esta dinámica refleja un fenómeno más amplio que los operadores llaman el “comercio Trump”: los activos vinculados al expresidente a menudo atraen ráfagas de dinero especulativo, más por simbolismo que por fundamentos. La moneda podría seguir el mismo patrón, con las revelaciones de diseño y las presentaciones judiciales provocando ondulaciones de mercado de corta duración.
Más que metal: un punto de inflamación cultural
Lo que comenzó como un programa numismático se ha transformado ahora en algo más grande: una lucha sobre cómo Estados Unidos cuenta su propia historia. Se suponía que el 250 aniversario uniría a la nación en celebración. En cambio, la controversia de la moneda corre el riesgo de convertirlo en otro campo de batalla sobre la iconografía, la tradición y la identidad política.
La mayoría de los expertos creen que la moneda final, si aparece, probablemente será suavizada. El retrato de Trump puede permanecer, pero el cántico del mitin podría desaparecer, reemplazado por símbolos más seguros como fechas o figuras alegóricas. Aun así, el intento en sí mismo sienta un precedente. Futuras administraciones podrían citar este momento cuando traspasen sus propios límites en los programas de rediseño.
Una cosa está clara: ya sea que la moneda llegue o no a su mano, ya ha logrado algo. Ha convertido una conmemoración en un enfrentamiento que acapara titulares, recordándonos una vez más que en la política moderna, incluso el cambio de bolsillo puede convertirse en un arma cultural.