
La Paradoja de España: Una Economía Boyante Perseguida por el Desempleo
La Paradoja de España: Una Economía Próspera Ensombrecida por un Desempleo Persistente
MADRID, 4 de noviembre de 2025 – Las últimas cifras del Ministerio de Trabajo de España ofrecieron una imagen estacional familiar: a medida que el verano se desvanecía, también lo hacía el calor del mercado laboral. El desempleo registrado, o paro, aumentó en 22.101 personas en octubre —un incremento del 0,91% que elevó el número total de solicitantes de empleo a poco más de 2,44 millones. En la superficie, parecía otra desaceleración otoñal.
Sin embargo, detrás de ese titular se esconde una historia que desafía una interpretación sencilla. Esta es España a finales de 2025 —un país cuya economía está creciendo a uno de los ritmos más rápidos del mundo desarrollado, aun cuando sigue siendo la excepción de Europa en cuanto a desempleo.
Aunque el desempleo aumentó gradualmente en los sectores de servicios, agricultura e industria, el incremento fue mucho menor de lo habitual —aproximadamente un tercio de un aumento típico de octubre. Al mismo tiempo, otra cifra contaba una historia muy diferente: las afiliaciones a la Seguridad Social aumentaron en 141.926 personas, el segundo octubre más fuerte registrado.
Ese contraste captura la paradoja en el centro de la transformación de España. El país está generando empleos formales a un ritmo histórico, pero su tasa de desempleo general sigue siendo la más alta de la Unión Europea. Gran parte de esto refleja un mercado laboral cambiante, donde los trabajadores están pasando de la economía informal a las nóminas oficiales más rápido de lo que los recortes estacionales pueden compensarlos. A pesar del aumento del desempleo en casi todas las regiones —desde la Cataluña industrial hasta las tierras agrícolas de Andalucía—, el número de españoles empleados ha alcanzado un récord de 21,84 millones.
Debajo del sombrío titular, pues, yace una economía vibrante de actividad —una que está obligando tanto a economistas como a responsables políticos a reconsiderar el lugar de España en un panorama global cada vez más fragmentado.
La División de Europa: Un Núcleo Próspero y una Periferia en Dificultades
La situación de España no existe de forma aislada. Es un claro reflejo de una división europea más profunda —un continente "a dos velocidades" dividido entre economías resilientes en el centro y otras rezagadas en los márgenes.
Según Eurostat, la tasa de desempleo de la UE en septiembre de 2025 se mantuvo estable en el 6,0%. Pero ese promedio oculta profundas grietas. España encabezó la lista con una tasa que rondaba el 10,5%, muy por encima de la media del bloque. Finlandia, Suecia y Grecia también luchan con un desempleo de dos dígitos, lastradas por los costes energéticos, los cambios estructurales y los efectos persistentes de crisis pasadas.
El panorama es aún más sombrío para los jóvenes. En toda la UE, el desempleo juvenil se sitúa en casi el 15%, una cifra que corre el riesgo de arraigar la frustración generacional y agotar el crecimiento a largo plazo.
A estas presiones se suman los vientos en contra a nivel global. La segunda administración Trump ha redibujado el mapa transatlántico —tanto militar como económicamente. La decisión de Washington de poner fin a la rotación de una brigada de 3.000 soldados en Europa del Este y de imponer un arancel del 15% a una serie de exportaciones de la UE ha inquietado a Bruselas. Para una economía europea ya lenta —que se espera que crezca solo un 1,1% este año—, la retirada de Estados Unidos se siente como un abandono, lo que obliga a los líderes de la UE a buscar nuevos aliados y nuevos mercados.
El Momento de Madrid: Convirtiendo la Crisis en Oportunidad
Es en este entorno incierto donde España ha comenzado a destacarse —no como un caso problemático, sino como una puerta de entrada potencial.
Durante años, los inversores internacionales vieron la alta tasa de desempleo de España como una señal de alarma. Ahora, una nueva ola de capital lo ve de otra manera. El aumento de las afiliaciones a la Seguridad Social se ha convertido en el indicador más revelador —una señal de formalización, modernización y resiliencia económica.
Este cambio de perspectiva ha atraído la atención de sectores inesperados. Fondos soberanos de riqueza de Oriente Medio y grandes empresas estatales de China han comenzado a inyectar dinero en infraestructura, bienes raíces y energías renovables españolas. A medida que el mercado estadounidense se vuelve más proteccionista, Madrid ha lanzado una ofensiva de encanto en toda regla para posicionarse como el destino más abierto e invertible de Europa.
La próxima semana, esa estrategia cobrará protagonismo cuando el Rey Felipe VI emprenda la primera visita real española a China en casi dos décadas. El viaje tiene como objetivo asegurar nuevas inversiones chinas en los sectores españoles de vehículos eléctricos y energía verde, y reducir un déficit comercial que alcanzó casi los 27.000 millones de euros en los primeros ocho meses de 2025.
Los inversores de Oriente Medio ya han realizado movimientos importantes —en particular la participación del Fondo de Inversión Pública saudí en Telefónica. Para ellos, el valor de España reside en sus activos tangibles: puertos, granjas solares, corredores logísticos y fábricas de baterías. Están apostando a que estos cimientos impulsarán la próxima fase de crecimiento europeo.
Apostando por un Nuevo Orden Mundial
El giro de España hacia socios no tradicionales es una apuesta audaz —una nacida de la necesidad. Con el apoyo estadounidense cada vez más incierto y el capital europeo restringido, Madrid está apostando a que la diversificación global puede llenar el vacío.
Las recompensas potenciales son enormes. Los analistas estiman que Europa necesita aproximadamente 400.000 millones de euros en inversión anual para financiar sus transiciones verde y digital. Si España puede asegurar incluso una fracción de ese dinero, podría impulsar su economía, crear cientos de miles de empleos y finalmente reducir su problema de desempleo crónico.
Pero los riesgos son igualmente significativos. Bruselas desconfía cada vez más de la creciente influencia de Pekín y ha comenzado a intensificar el escrutinio sobre la inversión extranjera de fuera de la UE. Depender demasiado de capital no democrático podría cambiar una forma de dependencia por otra.
Por ahora, sin embargo, Madrid ve pocas alternativas. En un mundo de alianzas cambiantes y realineamiento económico, el pragmatismo ha reemplazado a la ideología.
El informe laboral de octubre, con su extraña mezcla de aumento del desempleo y empleo récord, no es una señal de debilidad. Es el sonido de una economía que se reconstruye en tiempo real —ruidosa, desigual, pero inconfundiblemente dinámica. La apuesta de España es simple: que para cuando se complete esta reconstrucción, no solo estará a la altura del futuro de Europa. Estará ayudando a moldearlo.
NO ES ASESORAMIENTO DE INVERSIÓN