
Acciones de Rocket Pharma se desploman un 62,8% tras la muerte de un paciente que suspende el ensayo de terapia génica
El desastre en el ensayo de Rocket Pharma revela una crisis más profunda en la terapia génica
Las acciones de Rocket Pharmaceuticals se desplomaron hoy un 62,8% en una dramática venta masiva que reveló mucho más que un simple revés en la biotecnología. La caída precipitada —que borró más de quinientos millones de dólares en valor de mercado— se produjo después de que la muerte de un paciente obligara a los reguladores a suspender el ensayo clínico pivotal de terapia génica de la compañía para la enfermedad de Danon, un trastorno genético raro que causa insuficiencia cardíaca progresiva.
Pero los inversores veteranos en biotecnología ven lo ocurrido en Rocket como simplemente la última evidencia de un patrón más preocupante que está surgiendo en todo el sector de la terapia génica, donde un cúmulo de muertes de pacientes en los últimos seis meses ha reavivado preguntas fundamentales sobre el perfil de seguridad de la tecnología.
"Estamos presenciando la cuarta muerte relacionada con la terapia génica desde noviembre", dijo un gerente sénior de cartera de atención médica. "Esto no se trata solo de Rocket; se trata de si toda la plataforma de vectores AAV tiene limitaciones intrínsecas que aún no hemos asumido plenamente".
Una cascada fatal de eventos
La crisis comenzó a desarrollarse el viernes 23 de mayo, cuando la FDA impuso una suspensión clínica al ensayo de fase 2 de Rocket que probaba RP-A501, una terapia génica que utiliza un virus adenoasociado para entregar un gen LAMP2B funcional a pacientes con la enfermedad de Danon.
Según los comunicados de la compañía, un paciente masculino inicialmente desarrolló síndrome de fuga capilar —una afección peligrosa en la que los vasos sanguíneos filtran líquido a los tejidos circundantes— aproximadamente una semana después de recibir la terapia. Aunque inicialmente estabilizado, el paciente posteriormente desarrolló una infección sistémica aguda durante el fin de semana del Memorial Day que resultó fatal.
"El paciente estaba estable y potencialmente evolucionando lo suficientemente bien como para que fuéramos cautelosamente optimistas sobre su recuperación", explicó el CEO Gaurav Shah durante una llamada de emergencia con inversores. "Desafortunadamente, la infección sistémica aguda que se desarrolló durante el fin de semana aceleró su fallecimiento".
La acción, que cerró en 2,33 dólares el martes —una caída de 3,94 dólares desde el cierre del viernes— solo logró un modesto rebote del 2,57% en las operaciones fuera de horario (al momento de la redacción), lo que refleja el profundo escepticismo del mercado sobre el futuro del programa.
El culpable: Un dilema terapéutico sin salida
Lo que hace que la situación de Rocket sea particularmente reveladora es que la complicación fatal parece vinculada a una modificación específica que la compañía había realizado en su protocolo de tratamiento. En un esfuerzo por prevenir la microangiopatía trombótica —un trastorno grave de los vasos sanguíneos observado en pacientes anteriores—, Rocket había añadido un inhibidor C3 al régimen de pretratamiento.
La estrategia funcionó para prevenir la MAT, pero introdujo un riesgo nuevo y, en última instancia, más letal. De los dos pacientes que recibieron el régimen modificado con el inhibidor C3, ambos desarrollaron síndrome de fuga capilar. Rocket logró intervenir con éxito en el segundo paciente, pero no pudo salvar al primero.
Este dilema terapéutico —donde resolver un problema de seguridad crea otro— subraya el complejo equilibrio inmunológico inherente a la terapia génica. El problema subyacente parece ser la activación del complemento desencadenada por las cápsides virales AAV utilizadas para entregar el gen terapéutico.
"Lo que estamos aprendiendo es que estas respuestas inmunes son extraordinariamente difíciles de predecir y manejar", dijo un inmunólogo veterano familiarizado con el desarrollo de la terapia AAV, pero no involucrado con Rocket. "Esencialmente, se está navegando entre Escila y Caribdis: si se afina demasiado en un lado, se choca con el peligro en el otro".
Parte de un patrón inquietante
El incidente de Rocket representa la cuarta muerte de paciente relacionada con la terapia génica en solo seis meses, uniéndose a una secuencia preocupante que ha sacudido la confianza de los inversores en el campo:
- Noviembre de 2024: Un paciente en el estudio de síndrome de Rett de fase I/II de Neurogene murió de síndrome hiperinflamatorio vinculado a la exposición a altas dosis de AAV.
- Noviembre de 2024: Un paciente en el ensayo BEAM-101 de Beam Therapeutics para la enfermedad de células falciformes murió por insuficiencia respiratoria.
- Marzo de 2025: Un paciente de 16 años murió por insuficiencia hepática aguda después de recibir la terapia génica Elevidys de Sarepta Therapeutics para la distrofia muscular de Duchenne.
- Mayo de 2025: El paciente de Rocket Pharmaceuticals murió por complicaciones del síndrome de fuga capilar.
"La agrupación de estos eventos no puede descartarse como coincidencia", explicó un analista sénior de biotecnología en un importante banco de inversión. "Estamos viendo señales de seguridad persistentes en diferentes vectores, dosis e indicaciones de enfermedades que sugieren desafíos fundamentales con la propia plataforma AAV".
Consecuencias financieras y giro estratégico
Rocket finalizó el primer trimestre con 318,2 millones de dólares en efectivo y equivalentes, lo que la dirección insiste en que proporciona margen de financiación hasta 2027. Sin embargo, la suspensión del ensayo ha forzado una reevaluación estratégica inmediata.
"Estamos priorizando las inversiones en nuestra plataforma AAV mientras realizamos una revisión estratégica interna para optimizar el valor del resto de la cartera de proyectos", afirmó Shah, reconociendo que la compañía no puede proporcionar un cronograma para cuándo podría levantarse la suspensión clínica.
A pesar del revés, algunos analistas se mantienen sorprendentemente optimistas. William Blair mantiene una calificación de "Outperform", considerando el inhibidor C3 como la causa raíz y creyendo que un plan de inmunosupresión revisado podría permitir la reanudación del ensayo. BMO Capital Markets sostiene que el "beneficio/riesgo de RP-A501 está justificado, dado que los pacientes con Danon mueren" alrededor de los 20 años sin intervención.
Otros son más cautelosos. TD Cowen rebajó la calificación de la acción a "Mantener", citando "riesgo de seguridad no resuelto" y posibles problemas de liquidez si la suspensión se extiende más allá de las proyecciones actuales.
Más allá de Rocket: Un sector en una encrucijada
La catástrofe de Rocket llega en un momento crucial para la terapia génica, ya que el campo experimenta un vacío de liderazgo tras la partida de Peter Marks, ex director del Centro de Evaluación e Investigación Biológica de la FDA y un defensor clave del desarrollo de terapias avanzadas.
La comunidad científica ha comenzado a reconocer los desafíos sistémicos del sector. Un documento de consenso reciente de investigadores líderes en terapia génica propuso "una serie de principios científicos y enfoques experimentales para la evaluación de factores de riesgo relevantes para la posible carcinogenicidad de las terapias génicas".
Sin embargo, las soluciones prácticas siguen siendo difíciles de alcanzar. La fabricación de terapias génicas carece de estandarización, lo que significa que "las dosis, las proporciones de cápsides vacías a completas y las impurezas podrían diferir entre los ensayos y podrían estar contribuyendo a estas toxicidades", según una investigación publicada en Nature Reviews Drug Discovery.
Para aquellos con perspectiva histórica, la actual crisis de seguridad evoca paralelismos incómodos con los primeros contratiempos de la terapia génica. La muerte en 1999 de Jesse Gelsinger por una reacción inmune a un vector adenoviral condujo a "un período prolongado de estancamiento, con muchos ensayos clínicos pausados o detenidos durante casi una década".
Implicaciones para la inversión: Navegando la incertidumbre
Para los inversores profesionales, la implosión de Rocket ilustra tanto la extrema volatilidad como la oportunidad potencial en el espacio de la terapia génica. La capitalización de mercado de la compañía se ha reducido a aproximadamente 250 millones de dólares, una fracción del valor potencial de una terapia exitosa para la enfermedad de Danon.
Los inversores tolerantes al riesgo podrían ver la venta masiva del 63% como un posible punto de entrada, particularmente si Rocket puede demostrar que eliminar el inhibidor C3 mientras se implementan estrategias alternativas de prevención de MAT ofrece un camino viable a seguir. Pero tal posición estaría necesariamente limitada a una pequeña asignación de cartera, dados los resultados regulatorios binarios.
En un sentido más amplio, el patrón de eventos de seguridad aboga por una reconsideración fundamental de cómo se despliega el capital en el panorama de la terapia génica. Las compañías que desarrollan sistemas de entrega no virales de próxima generación o diseños de vectores novedosos específicamente diseñados para reducir la activación del complemento pueden merecer valoraciones premium mientras el sector atraviesa este período difícil.
"Lo que estamos presenciando no es solo un fracaso específico de una empresa, sino un punto de inflexión tecnológico", concluyó un inversor de capital de riesgo en terapia génica. "La generación actual de vectores AAV fue revolucionaria, pero estas señales de seguridad sugieren que necesitamos mejoras evolutivas antes de que la terapia génica pueda cumplir su potencial transformador".
Para Rocket y sus inversores, esa evolución no puede llegar lo suficientemente pronto. Con cada día que pasa la suspensión clínica, la ambiciosa visión de la compañía de entregar genes funcionales para abordar enfermedades raras se vuelve más distante, incluso mientras los pacientes que esperan estas terapias se enfrentan a su propia carrera contra el tiempo.