
Entre líneas: Powell intenta dirigir una economía en la encrucijada
Entre líneas: Powell al volante de una economía en la cuerda floja
El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, no necesitó un discurso largo el 14 de octubre para sacudir los mercados financieros. En menos de una hora, insinuó múltiples cambios de política sin comprometerse con un camino único. Los operadores captaron inmediatamente lo que no dijo en voz alta. El dólar retrocedió, los rendimientos de los bonos del Tesoro bajaron ligeramente y los diferenciales de swaps de dólares —un indicador de mercado poco conocido pero revelador— se ampliaron como si sonaran una alarma. El mensaje de Powell fue sutil pero inconfundible: la Fed está entrando en una fase de política monetaria nueva y más complicada.
En lugar de celebrar el progreso o prometer acciones audaces, Powell describió una economía atrapada en el limbo. La inflación se ha estancado cerca del 2,9 por ciento. El mercado laboral está perdiendo fuelle. Las presiones políticas aumentan. La Fed camina por la cuerda floja sin red de seguridad.
El ajuste cuantitativo (Quantitative Tightening) está cerca de la meta
Escondida entre las observaciones técnicas de Powell estaba su mayor revelación. Señaló «algunos signos» de estrés en los mercados monetarios y afirmó que la Fed está «monitoreando de cerca los indicadores» para determinar cuándo dejar de reducir su balance. Para los oyentes casuales, sonó rutinario. Para los profesionales del mercado, fue un disparo de advertencia: el ajuste cuantitativo (QT) está casi terminado.
Durante años, la Fed ha permitido que los bonos venzan sin reemplazarlos, drenando lentamente liquidez del sistema. Esa reducción ha llevado el balance a aproximadamente 6,6 billones de dólares, con las reservas bancarias justo por debajo de los 3 billones de dólares. En este punto, cada dólar adicional drenado proviene directamente del combustible que los bancos necesitan para funcionar.
Powell hizo referencia a «presiones temporales» y al aumento de las tasas repo. Traducción: el engranaje del sistema financiero está crujiendo. La última vez que las reservas se tensaron tanto —en septiembre de 2019— los mercados de financiación se rompieron, y la Fed tuvo que intervenir con efectivo de emergencia.
«La Fed no se arriesgará a una crisis de financiación solo para exprimir hasta el último resquicio de inflación», resumió un analista. Por eso los mercados esperan ahora que la Fed detenga la reducción de su balance en las próximas dos reuniones, incluso si los recortes de tasas tardan más.
Detener el ajuste cuantitativo aliviaría las condiciones financieras sin la carga política de reducir las tasas, un movimiento elegante en un entorno complicado.
Un mensaje apenas velado al Congreso
Powell también defendió una herramienta controvertida de la Fed: el pago de intereses sobre las reservas bancarias. Advirtió que eliminarla «haría estallar el control de las tasas» y obligaría a la Fed a vender activos de forma agresiva, lo que podría desestabilizar los mercados del Tesoro. A primera vista, esto parecía una explicación técnica. En realidad, era una advertencia a los legisladores.
Algunos políticos argumentan que pagar miles de millones en intereses a los bancos es un regalo. Powell dejó claro que interferir con esta herramienta paralizaría la capacidad de la Fed para gestionar las tasas. Su mensaje entre líneas: Congreso, no nos atéis las manos. La estabilidad monetaria depende de ello.
La inflación es persistente, y los aranceles no ayudan
Powell no endulzó la inflación. El PCE subyacente —la medida preferida de la Fed— se mantiene estancado en el 2,9 por ciento. Los precios de los bienes, que habían estado cayendo, vuelven a subir.
¿El culpable? Los aranceles.
Powell señaló que las políticas comerciales proteccionistas están elevando los precios en el peor momento posible. El Fondo Monetario Internacional (FMI) se hizo eco de esta advertencia, calificando la escalada arancelaria como el mayor riesgo global para el progreso de la inflación. Para empeorar las cosas, estos costes no recaen en los exportadores extranjeros, sino que afectan a las empresas y a los consumidores estadounidenses.
Esto deja a la Fed en una encrucijada. Puede ajustar las tasas y su balance, pero no puede controlar la política comercial. Si los aranceles siguen aumentando, el camino de vuelta a una inflación del 2 por ciento se vuelve más largo y mucho más accidentado.
Un mercado laboral que pierde su chispa
Powell reconoció una creciente «holgura» en el mercado laboral y afirmó que los riesgos a la baja para el empleo están aumentando, a pesar de que los datos oficiales son limitados debido a un cierre del gobierno.
La desaceleración no es una caída típica. Es más bien un debilitamiento silencioso. Tanto la contratación como los despidos se han ralentizado, haciendo que el mercado laboral sea menos dinámico. Cuestiones estructurales —el envejecimiento de los trabajadores, la baja inmigración y el lento crecimiento de la fuerza laboral— están desempeñando un papel importante. El FMI advirtió que los límites a la inmigración se están convirtiendo en un lastre para el potencial económico.
Este no es el tipo de colapso que fuerza recortes inmediatos de tasas. Es un desvanecimiento gradual que podría estabilizarse o entrar en espiral. ¿Lo más difícil? La Fed está tomando decisiones con datos incompletos e indicadores alternativos que Powell admite que son imperfectos. En resumen, la Fed está volando con instrumentos borrosos.
La realidad fiscal de la que nadie quiere hablar
Incluso si Powell acierta con la política monetaria, la política fiscal se cierne en el fondo como una nube de tormenta. El déficit de EE. UU. se acerca a los 1,8 billones de dólares para 2025, alrededor del 6 por ciento del PIB. Ese nivel de endeudamiento eleva las tasas de interés a largo plazo.
Si la Fed detiene el ajuste cuantitativo, uno de los compradores constantes de bonos del Tesoro desaparece. El gobierno, mientras tanto, sigue emitiendo deuda. ¿El resultado? Las tasas a largo plazo podrían mantenerse altas, incluso si la Fed recorta las tasas a corto plazo.
Esto afecta a los estadounidenses de a pie donde más duele: las hipotecas siguen siendo caras, los préstamos para coches no se abaratan mucho y las empresas siguen pagando más por endeudarse. La asequibilidad de la vivienda ya está cerca de niveles de estrés récord. Los precios de las casas siguen siendo altos, los constructores están perdiendo la confianza y la oferta sigue limitada por años de construcción insuficiente y zonificación restrictiva.
Los bienes raíces comerciales —especialmente las oficinas— son otro barril de pólvora. Con tasas de vacantes superiores al 20 por ciento, los valores de las propiedades se están debilitando y los bancos regionales están sintiendo la presión. Proteger las reservas bancarias no es solo una cuestión de liquidez, sino de evitar que una bomba de relojería explote.
IA: El comodín por el que todos apuestan
Los mercados apuestan por la inteligencia artificial para impulsar el crecimiento y la productividad. El FMI atribuye a la inversión en IA el apoyo a un crecimiento del 2 por ciento en 2025, pero advierte de una fuerte corrección si los beneficios no se materializan.
Si la IA cumple, la Fed podría obtener lo mejor de ambos mundos: menor inflación y un crecimiento más fuerte. Si la euforia se desvanece, el mercado podría sufrir una dura corrección, y la Fed tendría otra crisis entre manos. Powell no se detuvo en esta incertidumbre, pero su tono cauteloso demostró que sabe que el terreno podría cambiar de la noche a la mañana.
El triple dilema imposible de la Fed
El discurso de Powell reveló un banco central atrapado entre tres objetivos contradictorios:
- Combatir la inflación, pero esta está estancada en el 2,9 por ciento, y los aranceles siguen impulsándola al alza.
- Seguir endureciendo la política a través de la reducción del balance, pero las reservas se están agotando.
- Ofrecer claridad, pero los datos son confusos y el futuro es incierto.
¿Su respuesta? Moverse en secuencia. Poner fin a la reducción del balance pronto para proteger la estabilidad financiera. Recortar las tasas de interés lentamente y solo cuando sea necesario. Mantener la flexibilidad. Depender de los datos. Evitar promesas excesivas.
Esto no es indecisión, es una estrategia de supervivencia en una economía asolada por corrientes cruzadas: inflación persistente, mercados laborales debilitados, déficits enormes, choques comerciales, estrés bancario y agitación tecnológica. Ningún camino único es obviamente el correcto.
Cómo lo interpretaron los mercados
Los mercados no perdieron el tiempo en descifrar las insinuaciones de Powell. El dólar cayó. Los rendimientos bajaron. Lo más revelador, los diferenciales de swaps de dólares se ampliaron, una señal de que los operadores esperan que la Fed se incline a apoyar la liquidez.
La conclusión fue clara: la Fed se está preparando para poner fin al ajuste cuantitativo, recortará las tasas lentamente y está más preocupada por la estabilidad financiera y el empleo que por declarar la victoria sobre la inflación. Pero nadie se marchó con la confianza de que el camino por delante será fácil. Los analistas esperan ahora solo uno o dos recortes en los próximos seis a nueve meses. Las tasas a largo plazo apenas se moverán.
Lo que Powell no puede arreglar
El discurso de Powell subrayó los límites del poder de la Fed. Puede ajustar las tasas. Puede gestionar las reservas. Puede intervenir durante las crisis. Pero no puede resolver:
- Los déficits fiscales
- Los conflictos comerciales
- Las limitaciones a la inmigración
- La escasez de vivienda
- La disrupción tecnológica
Sin embargo, estas fuerzas decidirán en última instancia si la economía aterriza suavemente o se rompe.
La Fed ya no es el estabilizador todopoderoso que fue durante la Gran Moderación. Ahora es un navegante cauto en una tormenta que no creó, utilizando herramientas de alcance limitado.
Powell admitió que la Fed «no enfrenta decisiones fáciles». Dejó la puerta abierta a un recorte de tasas en octubre, pero no prometió nada. Su cautelosa cobertura dijo el resto: la Fed no está segura de poder ofrecer el resultado que la gente espera.
El futuro ahora depende de las decisiones tomadas en el Congreso, la Casa Blanca y las altas esferas corporativas, elecciones moldeadas por la geopolítica, la demografía y la tecnología, no solo por las tasas de interés.
Powell ha expuesto la verdad. Que alguien quiera oírla es otra cuestión completamente diferente.
Todas las miradas se dirigen ahora a la próxima reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) a finales de este mes, donde cualquier señal sobre la reducción del balance o los recortes de tasas hablará más fuerte que las palabras. NO ES ASESORAMIENTO DE INVERSIÓN