El fantasma en el navegador: Atlas de OpenAI abre un nuevo frente en la batalla por la web

Por
CTOL Editors - Dafydd
5 min de lectura

El fantasma en el navegador: Atlas de OpenAI abre un nuevo frente en la batalla por la web

SAN FRANCISCO – Internet acaba de cambiar bajo nuestros pies. OpenAI, la compañía que catapultó la IA generativa a la fama mundial, ha presentado ChatGPT Atlas, un nuevo tipo de navegador web con inteligencia artificial en su núcleo. No es simplemente otra herramienta en tu escritorio. Es la última arma en una guerra digital creciente sobre quién controla la web, nuestros datos y, en última instancia, cómo experimentamos el mundo en línea.

La brillante campaña de marketing de OpenAI presenta a Atlas como una especie de superasistente digital que "comprende tu mundo" y "hace el trabajo por ti sin salir de la página". Una estudiante universitaria, Yogya Kalra, se deshizo en elogios al decir que transformó el tedioso proceso de manejar capturas de pantalla y consultas de búsqueda en un flujo de aprendizaje fluido y con un solo clic.

ChatGPT Atlas para Compras
ChatGPT Atlas para Compras

Pero si se retira esa superficie brillante, se desvela una historia más enrevesada. Revisiones internas y comentarios de usuarios iniciales hablan de problemas de rendimiento, crecientes preocupaciones sobre la privacidad y un campo de batalla abarrotado donde los gigantes tecnológicos se apresuran a plantar sus banderas de IA.

Ahora mismo, Atlas —disponible solo en macOS— no es una revolución terminada. Es un prototipo audaz, un esbozo de un mundo donde tu navegador no solo te muestra información, sino que actúa sobre ella. Esa visión conlleva un potencial enorme, y un riesgo igualmente enorme.


La promesa y el peligro de un copiloto de IA

En su esencia, Atlas intenta solucionar una de las frustraciones más antiguas de la web: el cambio interminable de pestañas y el copiar y pegar. Su barra lateral de ChatGPT integrada puede "ver" la página en la que te encuentras. Puedes pedirle que resuma un informe, compare precios o redacte un correo electrónico basándose en lo que estás leyendo.

Las dos funciones que están acaparando la mayor atención —y la mayor controversia— son Memorias del Navegador y el Modo Agente.

Memorias del Navegador es opcional, pero potente. Permite que ChatGPT recuerde los sitios que visitas y los temas que te interesan. Imagina preguntar: "Encuentra las ofertas de empleo que vi la semana pasada y resume las tendencias de contratación". Eso es posible porque Atlas recuerda tu recorrido. Los analistas lo describen como un "volante de inercia de datos y memoria", un sistema que se auto-refuerza y que hace que los modelos de OpenAI sean cada vez más personales y efectivos.

Pero esta conveniencia tiene un costo. El sistema funciona con la huella digital del usuario, su "alma en línea". OpenAI afirma que los datos se mantienen privados, pueden eliminarse en cualquier momento y no se utilizan para el entrenamiento a menos que el usuario lo autorice explícitamente. Aun así, muchos usuarios no se lo creen. Una revisión de ingeniería filtrada lo resumió sin rodeos: "Escepticismo sobre dónde van los datos y si el contenido de navegación entrena los modelos". En una era donde la confianza digital ya es frágil, incluso la insinuación de un seguimiento oculto provoca alarma.

El Modo Agente eleva aún más la apuesta. Actualmente disponible solo para usuarios de pago, permite a ChatGPT realizar acciones reales: abrir pestañas, hacer clic en enlaces, rellenar formularios. La demostración de la compañía muestra un ejemplo alegre: "Encuentra una receta, añade los ingredientes a Instacart y haz el pedido".

¿Suena conveniente, verdad? Pero OpenAI admite el riesgo. La misma función podría seguir comandos maliciosos incrustados en una página web, robando potencialmente datos privados o ejecutando acciones no deseadas. Para evitar desastres, la compañía bloqueó el acceso a archivos locales y requiere confirmación antes de acciones sensibles, como en sitios bancarios. Aun así, confiar en un asistente invisible para que deambule por tu navegador se siente un poco como dejar que un fantasma educado se mude a tu casa y esperar que nunca se vuelva travieso.


La dura realidad detrás de la exageración

Para muchos usuarios, el debut de Atlas ha sido un camino lleno de baches. Una nota interna lo calificó de "extremadamente lento", comparando su rendimiento lento de forma desfavorable con el de Safari de Apple. Esa misma frustración se ha extendido a Reddit y a los foros tecnológicos, donde los primeros usuarios se quejan de que el asistente supuestamente fluido se siente torpe y lento.

Luego está el problema de la exclusividad. Atlas solo funciona en macOS por ahora, dejando a los usuarios de Windows y Android —con diferencia la mayoría— esperando impacientemente. La promesa de "próximamente" no calma a quienes se sienten excluidos.

Entre bastidores, los inversores ven una estrategia más profunda. Según un memorándum de capital riesgo que circula, "Atlas no es solo un navegador con chat, es la cuña de OpenAI para controlar la superficie de interacción diaria del usuario y reducir la dependencia de plataformas de terceros". En otras palabras, no se trata solo de navegar por la web más rápido; se trata de poseer la interfaz donde la gente pasa su tiempo.

Esa es una gran jugada, y pone a OpenAI cara a cara con una competencia seria. Google está integrando su IA Gemini en Chrome. Microsoft ha integrado su asistente Copilot profundamente en Edge. Juntos, esos dos dominan aproximadamente el 84% del mercado de navegadores de escritorio. Para que Atlas destaque, necesita ser extremadamente rápido, sólido como una roca e innegablemente útil. Ahora mismo, no es ninguna de esas cosas.

Añadiendo un giro, algunos medios notaron que Atlas utiliza Google para las búsquedas en lugar de Bing de Microsoft, a pesar de que Microsoft es uno de los mayores socios de OpenAI. Es una medida práctica por la calidad, pero que insinúa un futuro incómodo: amigos hoy, feroces rivales mañana.


Una elección para cada usuario de Internet

El lanzamiento de Atlas marca una encrucijada. Un camino lleva a un mundo donde los agentes inteligentes se encargan discretamente de tus tareas en línea: leer, planificar y comprar en tu nombre. El otro camino se aferra a una web más cautelosa, recelosa de perder privacidad, control y confianza.

Ahora mismo, Atlas atiende a los primeros adoptantes, los soñadores conocedores de la tecnología que anhelan el futuro, incluso si este viene con errores y riesgos. La verdadera prueba será cuántas personas hagan de Atlas su navegador predeterminado, qué tan bien se desempeñen sus agentes y, quizás lo más revelador, cuántos usuarios activen esa función de "memoria" persistente.

Al final, la pregunta que plantea Atlas no se trata solo de las ambiciones de OpenAI. Se trata de las nuestras. ¿Estamos listos para entregar a una IA las llaves de nuestras vidas digitales a cambio de comodidad y eficiencia? La respuesta decidirá quién da forma a la próxima era de internet, y quién queda rondando su historia.

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