
Macron asegura acuerdos por $10 mil millones en Vietnam mientras se acerca la fecha límite de aranceles de EE. UU.
Gambito francés en Hanói: la diplomacia de alto riesgo de Macron en medio de las guerras comerciales globales
En el calor sofocante de Hanói, bajo las ornamentadas arañas del Palacio Presidencial, el presidente francés Emmanuel Macron y el primer ministro vietnamita Pham Minh Chinh se dieron un firme apretón de manos ayer, sellando más de 30 acuerdos por un valor aproximado de 10.000 millones de dólares. El momento culminó una vertiginosa ofensiva diplomática de 48 horas que podría reconfigurar las alianzas comerciales en el sudeste asiático.
"Francia se erige como una potencia de paz y equilibrio", declaró Macron a los dignatarios reunidos, su voz resonando en el salón de mármol. "Creemos en el diálogo y la cooperación".
Pero detrás de los formalismos diplomáticos se esconde una calculada maniobra geopolítica: una inserción francesa en el triángulo cada vez más tenso de las relaciones entre EE. UU., Vietnam y la UE, que llega precisamente cuando Hanói se enfrenta a una amenaza económica existencial.
El problema de los 123.000 millones de dólares
El superávit comercial de Vietnam con Estados Unidos alcanzó la asombrosa cifra de 123.500 millones de dólares en 2024 —equivalente a casi el 30% del PIB de Vietnam—, lo que lo convierte en el cuarto mayor desequilibrio comercial a nivel mundial, después de China, la UE y México.
La respuesta de la administración Trump fue rápida y severa: un arancel del 46% sobre las exportaciones vietnamitas anunciado en abril, aunque su implementación se ha pausado hasta el 9 de julio para permitir negociaciones.
"Vietnam se encuentra en una situación económica sin precedentes", explica Nguyen, estratega de un destacado think tank. "La amenaza arancelaria obliga esencialmente a Hanói a elegir entre la devastación económica y la capitulación estratégica".
El gobierno vietnamita se ha apresurado a responder, emitiendo nuevos decretos que reducen las tasas arancelarias sobre los productos estadounidenses y, según los informes, considerando la compra de más de 200 aviones Boeing, junto con una adquisición histórica de 24 cazas F-16, lo que sería el mayor acuerdo de defensa de la historia entre Vietnam y Estados Unidos.
La alianza oportunista de Francia
La llegada de Macron a Vietnam —apenas un día después de que Trump amenazara con aranceles del 50% sobre los productos de la UE— creó lo que un diplomático europeo describió como "una tormenta perfecta de necesidad mutua".
La pieza central de la ofensiva diplomática francesa fue el pedido de la aerolínea vietnamita de bajo coste VietJet de 20 aviones Airbus A330neo adicionales, lo que eleva su compromiso total a 40 aviones de este tipo. El acuerdo, valorado en aproximadamente 7.000 millones de euros, refuerza la cuota dominante del 86% de Airbus en la flota de aviones comerciales de Vietnam.
De pie junto a la presidenta de VietJet, Nguyen Thi Phuong Thao, en la ceremonia de firma, Macron enfatizó el papel de Francia como "socio alternativo fiable" tanto para Estados Unidos como para China.
Pero el momento elegido plantea interrogantes sobre las motivaciones de Francia.
"Esto no es altruismo, es realismo oportunista", dijo un analista comercial asiático de alto nivel que pidió el anonimato debido a las negociaciones en curso. "Francia está explotando la desesperación de Vietnam para asegurar contratos importantes que compiten directamente con los intereses de Boeing".
Disparo de advertencia de Europa
Los funcionarios europeos no han sido sutiles en sus preocupaciones sobre el cortejo de Vietnam a los intereses estadounidenses. Antes de la visita de Macron, diplomáticos de la UE en Hanói advirtieron explícitamente a sus homólogos vietnamitas que "cambiar acuerdos de empresas europeas a americanas podría poner en peligro las relaciones con la UE".
La posición de la UE parece contradictoria: celebra las victorias comerciales francesas mientras amenaza a Vietnam por posibles concesiones estadounidenses.
"Revela la disposición de Europa a utilizar las relaciones económicas como arma con la misma agresividad que Estados Unidos", señaló un experto en comercio regional familiarizado con las discusiones. "El mensaje es claro: no sacrifiquen nuestros intereses comerciales para salvarse de los aranceles estadounidenses".
Para Vietnam, esto crea un dilema imposible. Todo el modelo económico del país —construido sobre el crecimiento impulsado por las exportaciones— es ahora vulnerable a las medidas de represalia de las potencias mundiales competidoras.
Un delicado acto de equilibrio
En una sobria oficina gubernamental con vistas al Lago del Oeste de Hanói, un alto funcionario de comercio vietnamita (que habló bajo condición de anonimato) extendió las manos en un gesto de frustración. "No estamos tratando de tomar partido", insistió. "Estamos siguiendo lo que llamamos una 'política exterior multilateral' para proteger nuestra soberanía e intereses económicos".
El enfoque de Vietnam refleja décadas de lecciones aprendidas a base de esfuerzo sobre la competencia entre grandes potencias. Habiendo experimentado la colonización francesa, la guerra estadounidense y los conflictos fronterizos chinos, el país ha desarrollado una estrategia de diversificación finamente calibrada.
El primer ministro Pham Minh Chinh ha enfatizado el compromiso de Vietnam de "armonizar beneficios y compartir riesgos" mientras protege los intereses fundamentales del país en las discusiones comerciales en curso.
Pero este delicado acto de equilibrio es cada vez más difícil de mantener a medida que el comercio global se fragmenta en bloques competidores.
9 de julio: la doble fecha límite
La convergencia de dos fechas límite críticas —la decisión de EE. UU. sobre los aranceles vietnamitas y los aranceles de la UE pospuestos por Trump— crea un punto de presión extraordinario el 9 de julio.
Los mercados de divisas ya han comenzado a descontar posibles resultados, con las medidas de volatilidad del dong vietnamita alcanzando sus niveles más altos desde 2015. El ETF VanEck Vietnam ha desarrollado un beta inusualmente alto de 1,4 con respecto a los titulares sobre aranceles estadounidenses en los últimos tres meses, lo que refleja el nerviosismo de los inversores.
Para los gigantes aeroespaciales Boeing y Airbus, lo que está en juego no podría ser mayor. El posible pedido de Vietnam de más de 250 aviones Boeing proporcionaría una estabilidad de producción crucial mientras el fabricante estadounidense lucha con desafíos regulatorios y de seguridad. Mientras tanto, los contratos recién asegurados de Airbus fortalecen sus perspectivas de flujo de caja a medio plazo, independientemente de cómo concluyan las negociaciones entre EE. UU. y Vietnam.
La pregunta más profunda: ¿Pueden las potencias medianas mantener la independencia?
El gambito de Macron en Hanói representa más que oportunismo comercial: pone a prueba si las potencias medianas pueden preservar la autonomía estratégica en un mundo cada vez más polarizado.
"Lo que estamos presenciando es una recalibración fundamental del poder de negociación comercial global", explicó Tran, director general de un destacado instituto de política exterior. "Las estructuras de alianzas tradicionales están pasando a un segundo plano frente a los intereses comerciales inmediatos".
La difícil situación de Vietnam puede presagiar desafíos que otras economías dependientes de las exportaciones pronto enfrentarán a medida que las relaciones comerciales se conviertan cada vez más en armas.
Como señaló un observador europeo mientras veía la delegación de Macron partir del Aeropuerto Internacional Noi Bai de Hanói: "El éxito o fracaso de esta asociación franco-vietnamita no se medirá por los acuerdos firmados hoy, sino por si demuestra un camino viable hacia la multipolaridad o simplemente ilustra la futilidad de resistir las presiones bipolares".
Para Vietnam, Francia y el orden económico global, la respuesta comenzará a surgir el 9 de julio, una fecha que cada vez más parece un punto de inflexión para las relaciones comerciales internacionales en una era de guerra económica.