La pregunta de los 2 billones de dólares: Cómo un juez de Luisiana acaba de cambiar el futuro energético marino de Estados Unidos

Por
Anup S
7 min de lectura

La pregunta de los 2 billones de dólares: Cómo un juez de Luisiana acaba de cambiar el futuro energético marino de Estados Unidos

Una sentencia en Lake Charles acaba de abrir una brecha en las prohibiciones de perforación "permanentes" de Biden y dio a los mercados petroleros un futuro que casi habían descartado.


LAKE CHARLES, Luisiana. — Dentro de una modesta sala de tribunal no muy lejos del Golfo de México, el Juez de Distrito de EE. UU. James D. Cain Jr. emitió una decisión el 3 de octubre que podría remodelar el mapa energético de Estados Unidos durante décadas. De un solo golpe, anuló el intento del presidente Joe Biden de declarar vastas áreas de perforación marina permanentemente fuera de límites, dictaminando que el presidente había excedido su autoridad legal.

El caso puede parecer técnico, pero lo que está en juego es enorme. La sentencia afecta a vastas extensiones de las costas del Atlántico y del Pacífico, el este del Golfo de México e incluso el Mar de Bering en Alaska, aguas que los expertos federales creen que contienen alrededor de 90 mil millones de barriles de petróleo y 327 billones de pies cúbicos de gas natural. Más que una lucha por los recursos, sin embargo, se trata de poder. La orden del juez Cain señala que los presidentes no pueden bloquear unilateralmente el territorio marino para siempre, lo que lleva al mercado petrolero a revaluar oportunidades que creía perdidas para siempre.


Cuando el "para siempre" choca con los tribunales

En el centro del caso se encontraba una pregunta engañosamente simple: ¿permite la Ley de Tierras de la Plataforma Continental Exterior a los presidentes hacer permanentes las prohibiciones de perforación marina, o solo temporales?

La respuesta del juez Cain fue contundente: las prohibiciones permanentes van demasiado lejos. Las órdenes de Biden, que no tenían fecha de caducidad, invadieron la jurisdicción del Congreso. El juez se apoyó en la cada vez más influyente "Doctrina de las Cuestiones Principales" del Tribunal Supremo, que establece que las decisiones de gran envergadura con enormes repercusiones económicas no pueden basarse en una autoridad ejecutiva vaga.

Un analista lo explicó de forma sencilla: "Si quieres cerrar la puerta para siempre a billones de dólares en energía, necesitarás que el Congreso lo apruebe".

La demanda provino del Instituto Americano del Petróleo y un grupo de estados liderados por republicanos, incluidos Luisiana, Texas y Alaska. Salieron con una victoria parcial pero poderosa.


Lo que el mercado realmente escuchó

Sobre el papel, la sentencia no bombeará un solo barril nuevo mañana. Los proyectos marinos a menudo tardan de cinco a siete años antes de que el petróleo o el gas fluyan. Aun así, el juez Cain restauró algo que a Wall Street le encanta: la opcionalidad.

En lugar de descartar estas aguas para siempre, los inversores ahora las ven como "quizás, algún día". Ese cambio sutil tiene un gran peso. Contratistas de perforación, empresas de servicios marinos y fabricantes de equipos de repente tienen opciones de compra sobre trabajos futuros que creían desaparecidos. Las primas de riesgo en toda la cadena de suministro marina pueden reducirse, incluso antes de que nuevas ventas de arrendamiento entren en el calendario.

Como lo expresó un estratega energético de Houston: "El dinero inteligente no busca barriles inmediatos. Está apostando a que el sector offshore de EE. UU. vuelve a ser relevante a largo plazo, especialmente cuando la OPEP ejerce presión o la política cambia".


La decisión también profundiza una contradicción complicada en los tribunales federales. En 2019, un juez en Alaska dictaminó lo contrario: que Trump no podía deshacer las retiradas marinas de Obama sin el Congreso. Ahora Cain ha dicho que Biden no podía imponer sus propias prohibiciones permanentes.

¿Cuál es la situación entonces: retiradas que duran para siempre a menos que el Congreso intervenga, o retiradas que solo duran hasta que el próximo presidente cambie de rumbo? La división es marcada, y el Tribunal Supremo casi con certeza tendrá que intervenir.

Los académicos señalan la ironía mayor: el estatuto en el centro de todo esto, la OCSLA, no se ha actualizado de manera significativa desde 1978. Es anterior a la ciencia climática tal como la conocemos y deja a los tribunales arbitrar batallas que los legisladores han evitado durante décadas.


La política del lecho marino

La sentencia también otorga más poder a quienquiera que ocupe el Despacho Oval. El presidente Trump, en sus primeros meses de vuelta en el cargo, revirtió rápidamente las prohibiciones de Biden y reabrió las aguas afectadas. La decisión de Cain validó esa medida, asegurando que los futuros presidentes gozarán de la misma libertad a menos que el Congreso reescriba las reglas.

El resultado es un ciclo vertiginoso: los presidentes firman órdenes, le siguen demandas, los tribunales intervienen, el siguiente presidente cambia el guion y todo el baile comienza de nuevo. Para los astilleros de la Costa del Golfo y los pueblos pesqueros de Alaska, eso significa un vaivén entre auges y caídas. Las grandes petroleras, por su parte, ahora planifican proyectos no en función de la vida útil de los yacimientos, sino de los mandatos presidenciales.

Los gobiernos estatales tampoco se quedarán de brazos cruzados. Es probable que los estados demócratas utilicen las leyes de zonas costeras y las herramientas de permisos para frenar el desarrollo, mientras que los estados republicanos facilitarán el camino. La geografía, no solo la geología, puede determinar qué yacimientos marinos verán alguna vez un taladro.


Los defensores del clima cambian su plan de batalla

Los grupos ecologistas no perdieron el tiempo en anunciar una apelación ante el Tribunal de Apelaciones del Quinto Circuito, uno de los tribunales más conservadores del país. Si el tribunal confirma la decisión de Cain, la lucha casi con certeza llegará al Tribunal Supremo.

Pero los activistas no esperan. Reconociendo que las retiradas permanentes pueden estar descartadas, ya están girando hacia batallas procesales. En lugar de prohibiciones generales, impugnarán las ventas individuales de arrendamiento bajo leyes ambientales como la Ley de Especies en Peligro y la Ley Nacional de Política Ambiental.

"La estrategia pasa del 'no' a la 'ralentización'", explicó un profesor de derecho. Eso significa batallas caso por caso sobre ballenas en el Golfo, estudios sísmicos en Alaska y revisiones de impacto climático. La muerte por mil retrasos puede ser tan efectiva como una prohibición total, especialmente porque los proyectos marinos dependen de la certeza a largo plazo. Una plataforma que tiene sentido con siete años de plazo de ejecución puede colapsar bajo los cálculos si se alarga a quince.


Los inversores buscan señales

Para los inversores, esta sentencia no grita "luz verde" tanto como "atención a este espacio". No esperen una avalancha de nuevas plataformas mañana. Sí esperen aumentos discretos en los estudios sísmicos, intercambios de concesiones entre empresas y trabajos de diseño que sienten las bases para futuras perforaciones.

Las empresas con menor exposición —contratistas de perforación, fabricantes de equipos submarinos y astilleros de la Costa del Golfo con negocios diversificados— podrían beneficiarse primero. Los desarrolladores de energía eólica marina, por otro lado, podrían verse presionados a medida que las agencias federales redirigen la atención de nuevo hacia los arrendamientos de petróleo y gas.

Los analistas recomiendan ajustar los modelos: incorporar plazos de permisos más largos, mayores costos de cumplimiento y retrasos judiciales más frecuentes. Pero también considerar un menor riesgo de un cierre federal permanente.


En resumen

La sentencia del juez Cain garantiza que la energía marina seguirá siendo un campo de batalla político y legal mucho después de las próximas elecciones. Se esperan retiradas más limitadas en el tiempo y de menor alcance por parte de la administración Biden, compensadas por agresivas iniciativas de arrendamiento del Departamento del Interior de Trump. Ninguna de las partes obtendrá una victoria total.

La lección más importante es clara. Cuando el Congreso se niega a modernizar leyes anticuadas, los tribunales y la Casa Blanca llenan el vacío, dejando que la política energética oscile entre extremos. Para los mercados, eso significa máxima incertidumbre envuelta en la ilusión de claridad.

Los inversores ahora pueden apostar por la idea del potencial marino de EE. UU., pero si esos barriles llegarán alguna vez al mercado es una incógnita. La respuesta dependerá de los jueces, las elecciones y un Congreso que no ha tocado el libro de reglas desde que los pantalones de campana estaban de moda.

ESTO NO ES UN CONSEJO DE INVERSIÓN

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