Japón Suspende a Accenture por Cuatro Meses por Subcontratación No Autorizada en un Proyecto de TI del Gobierno

Por
Hiroshi Tanaka
7 min de lectura

Cuando el Cumplimiento Choca con la Innovación: La Dura Ofensiva de Japón Contra Accenture

Una suspensión de cuatro meses por las normas de subcontratación expone las fisuras en la transformación digital de Japón y el alto precio de recuperar la confianza pública.

TOKIO — En la tranquila tarde del 26 de septiembre, la Agencia Digital de Japón emitió un aviso que resonó en el mercado de TI gubernamental de 30 mil millones de dólares del país. Accenture, el gigante mundial de la consultoría, tendría prohibido presentar ofertas para nuevos contratos gubernamentales hasta finales de enero de 2026.

La sanción, según los funcionarios, se debió a una "conducta fraudulenta o deshonesta". Esa frase, rara en la burocracia japonesa, famosa por su discreción, cayó como un rayo. Sin embargo, la infracción en sí no fue un fraude financiero ni una violación de datos. En cambio, Accenture había subcontratado proyectos gubernamentales a empresas externas sin obtener las aprobaciones requeridas.

Sobre el papel, esto podría parecer menor. No se perdió dinero de los contribuyentes, ni se expusieron datos de ciudadanos. Pero en el rígido mundo de la contratación pública de Japón, las reglas importan. La suspensión aparta a uno de los socios clave del gobierno en un momento en que la Agencia Digital se apresura a reconstruir MyPortal, el portal en línea del que dependen millones de personas para acceder a los servicios.

Este choque entre el procedimiento y la practicidad plantea una pregunta más profunda: ¿Puede un país que exige una innovación al nivel de Silicon Valley también insistir en un papeleo de la era samurái?

Centro de Innovación de Accenture en Tokio (gensler.com)
Centro de Innovación de Accenture en Tokio (gensler.com)


El sistema que Japón no podía permitirse romper

MyPortal, formalmente conocido como el Sistema de Provisión de Información y Divulgación de Registros, fue diseñado para ser el corazón de la gobernanza digital de Japón. Surgió de la problemática iniciativa MyNumber, el intento del gobierno de dar a cada ciudadano una identificación digital unificada. Con MyPortal, las personas pueden solicitar servicios, consultar registros e interactuar con múltiples agencias a través de un único inicio de sesión.

En abril de 2024, Accenture ganó un contrato de 4.700 millones de yenes para diseñar, operar y mantener el sistema. El contrato establecía reglas estrictas: si la empresa quería ceder cualquier trabajo a subcontratistas, debía obtener permiso por escrito primero. Los funcionarios determinaron más tarde que Accenture ignoró esos términos repetidamente, subcontratando partes del proyecto sin aprobación.

La Agencia Digital acusó a la firma de "tergiversar los hechos". En pocas palabras, Accenture actuó a su antojo y fue descubierto.


Una agencia joven ejerce su autoridad

La Agencia Digital apenas acaba de nacer, creada en 2021 después de que los fallos tecnológicos de Japón durante la pandemia pusieran de manifiesto lo obsoleta que se había vuelto la infraestructura digital del país. Mientras otras naciones implementaban sistemas de reserva de vacunas sin problemas, Japón se quedó atascado con faxes y solicitudes en papel.

La misión de la agencia era audaz: llevar a los ministerios de Japón al siglo XXI y reconstruir la confianza en el gobierno digital. Pero heredó el cáliz envenenado de MyNumber, que ya había sufrido errores de datos, registros mal gestionados y desconfianza pública.

Para 2025, el escepticismo era elevado. Los ciudadanos dudaban que el gobierno pudiera mantener seguros sus datos personales. En ese contexto, suspender a Accenture no se trataba solo de las reglas de subcontratación. Fue una demostración pública de fuerza, una declaración de que la gobernanza importaba.

Accenture se disculpó rápidamente, prometiendo seguir al pie de la letra cada procedimiento de subcontratación a partir de ahora. Pero el mea culpa cuidadosamente orquestado hizo poco para silenciar el debate más amplio.


Cuando la eficiencia se topa con la burocracia

En el sector privado, el enfoque de Accenture apenas levantaría sospechas. Los grandes proyectos de TI a menudo involucran redes de proveedores especializados (arquitectos de bases de datos, expertos en seguridad, diseñadores de interfaces), cada uno cubriendo un nicho. La eficiencia lo exige.

Pero los contratos gubernamentales siguen reglas diferentes, especialmente en Japón. Las largas cadenas de subcontratistas han ocultado históricamente quién realiza realmente el trabajo y a qué costo, alimentando sospechas de acuerdos internos. Por eso la Agencia Digital insiste en aprobar a cada subcontratista: para mantener la transparencia y la trazabilidad.

Accenture conocía esas reglas. Estaban escritas en blanco y negro. Sin embargo, la firma se apoyó en hábitos globales, tratando la burocracia japonesa como una molestia en lugar de una ley. Esa apuesta ahora parece imprudente.


El peor momento posible

La suspensión llega en un momento crítico. Los documentos muestran que MyPortal está programado para una renovación importante a principios de 2026, solo semanas después de que termine la sanción de Accenture. En otras palabras, la Agencia Digital ha dejado en el banquillo a su jugador estrella en un momento crucial.

Japón tiene una historia de desastres de TI de alto perfil, desde presupuestos desbordados hasta colapsos completos del sistema. El colapso del sistema de pensiones en la década de 2000, cuando se perdieron millones de registros, todavía persigue la imaginación pública. Si MyPortal tropieza ahora, los críticos dirán que la agencia eligió el papeleo sobre el rendimiento.

Por otro lado, si la transición transcurre sin problemas, podría vindicar la línea dura de la agencia, demostrando que la gobernanza y la ejecución pueden ir de la mano.


Un mercado advertido

La suspensión de Accenture no solo daña su reputación, sino que sacude todo el mercado de TI gubernamental. Durante cuatro meses, una de las firmas consultoras más capaces del mundo está excluida de nuevos contratos. Esa es una clara advertencia para todos los demás actores, extranjeros o nacionales.

Las firmas globales han puesto sus ojos en el mercado de TI de Japón durante mucho tiempo, pero siempre ha sido un hueso duro de roer. Las barreras lingüísticas, los matices culturales y las capas de regulación dan una ventaja a los integradores de sistemas nacionales como NTT Data, Fujitsu, NEC y Hitachi. Ahora que el cumplimiento se ha convertido en el criterio definitivo, las firmas locales podrían reforzar aún más su control.

¿El peligro? Que el cumplimiento prevalezca sobre la innovación. Los proveedores tradicionales de Japón destacan en el papeleo, pero a menudo luchan por igualar la velocidad y la creatividad de los competidores globales. Si la modernización se convierte en un concurso de quién puede presentar los formularios más pulcros, el público podría terminar con sistemas más lentos y menos fáciles de usar.


Aprendiendo por las malas

Irónicamente, una vez que termine la suspensión, Accenture podría emerger más fuerte. Las empresas que tropiezan a menudo se convierten en líderes en cumplimiento. Los bancos sancionados por fallos en la lucha contra el lavado de dinero, por ejemplo, más tarde se convierten en modelos de buenas prácticas. Accenture pronto podría estar vendiendo su nueva experiencia en cumplimiento a otros que intentan navegar por el laberinto de las normas de contratación pública de Japón.

Pero el tiempo no está del lado del gobierno. La transformación digital de Japón no puede esperar a que los proveedores perfeccionen sus sistemas de gobernanza a través de prueba y error. Los ciudadanos esperan servicios digitales funcionales y confiables ahora.


Dos visiones contrapuestas

En su esencia, esta saga enfrenta dos visiones del gobierno moderno.

Una visión valora la agilidad y los resultados. Ve los procedimientos como aros que hay que saltar, necesarios pero secundarios a la entrega de servicios que realmente funcionan. La otra visión considera la transparencia y la rendición de cuentas como sagradas, insistiendo en que cómo funciona el gobierno importa tanto como lo que entrega.

La Agencia Digital se inclina claramente por esta última. Su apuesta es simple: la innovación sin confianza se desmorona ante el primer escándalo. La disciplina debe ser lo primero, incluso a riesgo de contratiempos a corto plazo.

Si esa apuesta da sus frutos se verá en los próximos meses. Si MyPortal sobrevive a su renovación indemne, Japón mostrará al mundo que la gobernanza y la innovación no tienen por qué ser enemigos. Si falla, los críticos argumentarán que la agencia dejó que la burocracia estrangulara el progreso.

De cualquier manera, el mundo está observando. La elección de Japón resalta un dilema que enfrenta todo gobierno: cómo innovar sin perder la confianza de las personas a las que sirve. Y en Tokio, el precio de errar en ese equilibrio nunca ha parecido tan alto.

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