
La Apuesta de 5.000 Millones de Euros de Europa para Retener a sus Mejores Innovadores en Casa — y por Qué Podría No Ser Suficiente
La apuesta de 5.000 millones de euros de Europa para mantener a sus innovadores más brillantes en casa — y por qué podría no ser suficiente
BRUSELAS — Hoy, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, envió su último mensaje alto y claro: Europa no puede permitirse seguir perdiendo sus mejores empresas a manos de Estados Unidos.
¿Su respuesta? El Fondo Scaleup Europa — una audaz iniciativa multimillonaria destinada a dar a las startups más prometedoras de Europa la capacidad para escalar sin tener que hacer las maletas y marcharse a Silicon Valley. Con 5.000 millones de euros en compromisos iniciales y con el objetivo de alcanzar los 25.000 millones de euros, es la medida más agresiva de la UE hasta la fecha para abordar lo que Mario Draghi una vez llamó la "crisis existencial de competitividad" de Europa.
Aun así, detrás del optimismo acecha una pregunta persistente: ¿es esta una solución real o solo una nueva y brillante tirita para una herida mucho más profunda?
"Europa tiene las ideas y el talento para construir las empresas más innovadoras del mundo", declaró von der Leyen. "Pero a medida que escalan, debemos asegurarnos de que tengan los medios para crecer y prosperar aquí mismo, en casa".
Sus palabras encierran una verdad incómoda: actualmente no los tienen. Alrededor del 70% de los unicornios europeos finalmente se dirigen a EE. UU. en busca de financiación en etapas avanzadas. El informe de competitividad de Draghi de 2024, encargado por von der Leyen, advirtió que Europa corre el riesgo de convertirse en "un museo de la innovación".
El abismo del 'scaleup'
La historia de innovación de Europa se lee como una paradoja. El continente ocupa el segundo lugar a nivel mundial en startups de mil millones de dólares, cuenta con universidades de talla mundial y produce un 35% más de graduados STEM per cápita que EE. UU. Sin embargo, el crecimiento de los ingresos ha avanzado a un ritmo lento, de solo un 0,9% anual desde el año 2000, mientras que Estados Unidos casi ha duplicado esa tasa. Mientras tanto, la cuota de Europa en el mercado tecnológico global se ha reducido a la mitad en los últimos 15 años.
La razón, dicen los expertos, se reduce al capital, o más bien, a la falta de él. Europa se enfrenta a un déficit anual de 100.000 a 200.000 millones de euros en financiación para el crecimiento en etapas avanzadas. Las empresas de capital riesgo de EE. UU. invierten aproximadamente cuatro veces más dinero, y sus cheques suelen ser tres veces más grandes. Cuando las startups europeas alcanzan esa fase crítica de "scaleup" —necesitando rondas de 100 a 300 millones de euros para competir globalmente— chocan contra un muro de financiación.
"Los mercados de inversión fragmentados y el acceso limitado a capital de crecimiento a gran escala han frenado el desarrollo de los innovadores europeos", escribió Draghi. Lo llamó el "valle de la muerte" de Europa, donde las startups con grandes ideas simplemente no pueden crecer lo suficiente.
Las consecuencias no son solo financieras. Cuando las empresas se trasladan al extranjero, también lo hacen los empleos, los centros de investigación y el conocimiento tecnológico. Industrias estratégicas como la IA, la computación cuántica y la robótica avanzada dependen cada vez más del capital estadounidense o chino. Esa dependencia genera alarmas sobre la soberanía económica de Europa, especialmente en un mundo definido por la geopolítica impulsada por la tecnología.
Un experimento de mercado en marcha
El Fondo Scaleup Europa tiene como objetivo romper este patrón con un nuevo tipo de estructura: un híbrido público-privado diseñado para atraer dinero privado mediante un apalancamiento inteligente. La Comisión Europea y el Banco Europeo de Inversiones lo anclarán con aproximadamente 1.000 millones de euros del Acelerador del Consejo Europeo de Innovación, con la esperanza de atraer a coinversores privados en una proporción de cinco a uno.
Ya hay inversores de peso a bordo: Novo Holdings (Dinamarca), APG Asset Management (Países Bajos), Wallenberg Investments (Suecia), Mouro Capital de Santander (España), Compagnia San Paolo y Cariplo (Italia), CriteriaCaixa (España) y otros.
Lo que distingue a este fondo es su promesa de actuar como un verdadero actor del mercado, no como una máquina burocrática de reparto de subvenciones. Un gestor de activos profesional —elegido a través de una licitación pública— tomará las decisiones de inversión. Bruselas no tomará las decisiones. La UE espera seleccionar al gestor a finales de este año y comenzar a invertir para la primavera de 2026.
El fondo se dirigirá a la deep tech — IA, computación cuántica, semiconductores, biotecnología, energía limpia, robótica, materiales avanzados y tecnologías espaciales. Pero hay una trampa: las empresas de la cartera deben mantener sus sedes y operaciones principales en Europa. Esa regla podría proteger la innovación europea o limitar la flexibilidad en una carrera global.
Una idea prometedora con límites reales
Los inversores ven potencial, pero también son cautelosos.
"Necesario pero no suficiente", reza un análisis que circula entre las instituciones. En otras palabras, es una buena señal, no una bala de plata.
Con 5.000 millones de euros, el fondo es una gota en el océano en comparación con el déficit de inversión anual estimado por Draghi de 800.000 millones de euros para la transformación verde y digital de Europa. Incluso si crece a 25.000 millones de euros, sigue siendo pequeño al lado de los 50.000 millones de dólares que EE. UU. invirtió en IA el año pasado o los grandes recursos de los fondos de inversión crossover estadounidenses que pueden extender cheques de 300 millones de euros de una sola vez.
¿La mayor preocupación? La ejecución.
"El impacto depende enteramente de quién lo gestione", advierte un memorándum de inversión. Si la UE elige a un gestor por razones políticas o cuotas nacionales, el fondo corre el riesgo de convertirse en "capital privado con apariencia de capital de riesgo" — lento, cauteloso y alérgico al riesgo.
Para funcionar, debe contratar a un verdadero gestor de capital riesgo para el crecimiento, establecer métricas de rendimiento vinculadas a salidas reales, publicar condiciones de inversión transparentes y evitar la burocracia. El memorándum también insiste en medidas anticorrupción estrictas — comités independientes, divulgación pública de conflictos y normas de coinversión auditadas.
"Hagan esto bien", dice, "y los riesgos serán manejables. Óbvienlo, e invitarán al amiguismo y a un capital lento y proteccionista".
La esperanza se encuentra con el realismo
Las reacciones hasta ahora mezclan esperanza con vacilación. Rémi Mayet, asesor de energía de la UE, calificó el fondo como "un hito importante para el sector 'cleantech'". El grupo Cleantech for Europe lo elogió por abordar la "brecha de capital en etapas avanzadas". Pero entre los capitalistas de riesgo, el entusiasmo es moderado. En una encuesta de Atomico, el 40% de los capitalistas de riesgo europeos dijo que el fondo "no competirá con la liquidez de Silicon Valley".
La comisaria de Startups, Ekaterina Zaharieva, lo aclamó públicamente como un medio para "desbloquear el valor de las prósperas 'scaleups' de Europa". Sin embargo, a puerta cerrada, se dice que admitió: "Estamos jugando a ponernos al día con el Nasdaq".
Esa es la clave del dilema de Europa: muchos fundadores sueñan con salidas en EE. UU. porque los mercados estadounidenses recompensan el crecimiento mejor y más rápido. A menos que Europa complete reformas largamente estancadas como la Unión de los Mercados de Capitales, integrando sus mercados de valores fragmentados, incluso el fondo más generoso podría no evitar que las startups persigan el capital estadounidense.
Mirada puesta en 2026
Los inversores están observando cinco señales clave de éxito: quién gestiona el fondo, la rapidez con la que se toman las decisiones, si apoya a las empresas en momentos difíciles, lo bien que se asocia con los principales inversores estadounidenses y si puede ayudar a construir un camino más sólido para las OPI europeas.
Para los fundadores de 'deep tech' —en IA, cuántica, semiconductores o energía limpia— este fondo podría finalmente anclar grandes rondas de financiación propias. Para los inversores, es un catalizador para el crecimiento europeo o una capa más de burocracia. Todo depende de cómo se gestione.
Las previsiones sugieren que el fondo podría desplegar 10.000 millones de euros para 2028 en 40 a 60 empresas, manteniendo alrededor del 70% en Europa. Eso marcaría un progreso, no una revolución.
Aun así, sin reformas estructurales más profundas —desde normas de pensiones que liberen la inversión en startups hasta regulaciones armonizadas en toda la UE— ningún fondo individual puede cerrar la brecha atlántica.
Como dijo sin rodeos un inversor: "El Fondo Scaleup Europa es una apuesta necesaria, pero el renacimiento de las 'scaleups' europeas necesita cirugía, no tiritas".
La pregunta es si 5.000 millones de euros comprarán tiempo para esa transformación, o simplemente reorganizarán las sillas de la cubierta mientras los innovadores más brillantes de Europa navegan hacia el oeste.
NO ES CONSEJO DE INVERSIÓN