Dinamarca apuesta fuerte por el control del Ártico con la expansión de los F-35 y una jugada estratégica de cable submarino

Por
Thomas Schmidt
8 min de lectura

Dinamarca apuesta fuerte por el control del Ártico con la expansión de F-35 y una audaz estrategia de cable submarino

Copenhague refuerza su posición en el Ártico mientras la OTAN acelera la vigilancia en aguas del norte

Dinamarca acaba de presentar un ambicioso plan de defensa de 56.000 millones de coronas danesas (unos 8.900 millones de dólares estadounidenses) que podría reconfigurar el mapa de seguridad del Ártico. Esta medida representa una de las inversiones militares más audaces en la historia moderna del país, una señal de que Copenhague se toma en serio la protección de su parte del Alto Norte.

En el centro del plan se encuentran dos elementos clave de gran envergadura: 16 nuevos cazas F-35, que elevan la flota de Dinamarca a 43, y un amplio impulso de infraestructura en el Ártico que incluye un centro de mando en Nuuk, la capital de Groenlandia, y un cable de datos submarino seguro que conectará Groenlandia directamente con Dinamarca. En conjunto, constituyen el compromiso más significativo del país con la defensa del Ártico en décadas.

El Ministerio de Defensa anunció el paquete en un momento en que los aliados de la OTAN se enfrentan a un entorno cada vez más tenso en el extremo norte. La actividad de submarinos rusos ha aumentado, y China ha estado expandiendo constantemente sus intereses comerciales alrededor de Groenlandia y las Islas Feroe. Los 29.000 millones de coronas danesas asignados para los nuevos F-35 cubren más que solo los cazas: incluyen piezas de repuesto, sistemas de armas, simuladores de vuelo y equipo de entrenamiento diseñado para soportar el brutal clima ártico.

Igualmente importante es la partida de 27.400 millones de coronas danesas destinada a proyectos en el Ártico y el Atlántico Norte, creada en asociación con las autoridades groenlandesas y feroesas. La pieza central del plan es la nueva sede del Mando del Ártico en Nuuk, apoyada por una red de infraestructura: un cable de fibra óptica soberano hacia Dinamarca, dos nuevos buques de patrulla, más aviones de patrulla marítima, drones avanzados, acceso a rompehielos y un sitio de radar de alerta temprana en el este de Groenlandia.

«Las Fuerzas Armadas deben garantizar la seguridad en todo el Reino y, si fuera necesario, defender Groenlandia, las Islas Feroe y Dinamarca como parte de la OTAN en todos los dominios», afirmó el Jefe de la Defensa, Michael Wiggers Hyldgaard. Copenhague insinuó que se esperan más anuncios de financiación para la defensa.


La estrategia de infraestructura submarina

Los flamantes nuevos F-35 pueden acaparar los titulares, pero los expertos afirman que el cable submarino podría resultar igual de importante, si no más. Actualmente, los territorios árticos de Dinamarca dependen de redes de comunicación externas. En una crisis, esa dependencia podría convertirse rápidamente en un peligroso punto de estrangulamiento.

Al instalar su propio enlace de fibra entre Groenlandia y Dinamarca, Copenhague obtiene el control total de sus comunicaciones militares en el norte. Esto significa transferencias de datos más rápidas y seguras desde los sensores árticos —como sitios de radar, drones y aviones de patrulla marítima— directamente a los centros de mando daneses y de la OTAN.

Piénsese en ello como cablear el Ártico para una conciencia en tiempo real. En lugar de reaccionar a las amenazas, Dinamarca ahora puede anticiparlas. Como dijo un analista de defensa europeo: «Un cable soberano cambia las reglas del juego para la monitorización constante de la brecha GIUK».

Esa brecha —el corredor marítimo entre Groenlandia, Islandia y el Reino Unido— es uno de los puntos de estrangulamiento marítimos más críticos de la OTAN. Los submarinos rusos que se dirigen del Ártico al Atlántico deben pasar por ella, lo que la convierte en el corazón de las operaciones antisubmarinas occidentales.


El nuevo paquete de defensa de Dinamarca no se trata solo de potencia de fuego, es un acto de equilibrio político. Groenlandia y las Islas Feroe, aunque forman parte del reino danés, se han resistido durante mucho tiempo a las decisiones impuestas desde Copenhague. Ubicar la sede del Mando del Ártico en Nuuk, en lugar de en la propia Dinamarca, es un claro gesto de respeto por la autonomía local.

Esa sensibilidad es bien merecida. Durante años, los líderes groenlandeses han acusado a Dinamarca de subinvertir en el Ártico, mientras que potencias extranjeras —Estados Unidos, China y otros— mostraban un interés creciente. EE. UU. sigue operando la Base Espacial de Pituffik (anteriormente Base Aérea de Thule) en el norte de Groenlandia, y China ha explorado oportunidades en puertos y minería.

Al anclar nuevas inversiones directamente en Groenlandia, Copenhague señala que está en el Ártico a largo plazo, pero como socio, no como patrón. Es un fuerte contraste con las a menudo tensas disputas de soberanía en otras partes de la región, donde Rusia y las naciones occidentales han contendido por reclamos de fondos marinos y rutas de navegación. El enfoque colaborativo de Dinamarca con los gobiernos groenlandés y feroés ayuda a evitar fricciones internas y garantiza que estos proyectos cuenten con el respaldo local desde el principio.


Prioridad a la capacidad operativa sobre la ostentación

La decisión de ampliar la flota danesa de F-35 a 43 cazas no se tomó por ostentación. Se trata de mantener un ritmo operativo constante. Los 27 F-35A originales cubrían las necesidades básicas de Dinamarca, pero con más aeronaves, el ejército puede rotar los aviones para mantenimiento, entrenamiento y despliegue sin lagunas en la preparación.

El F-35 es más que un caza; es una red de sensores voladora. Su avanzada electrónica lo convierte en un socio perfecto para aviones de patrulla marítima como el P-8A Poseidon de Boeing, que se espera que Dinamarca adquiera próximamente. Esto alinearía a Dinamarca con el Reino Unido, Noruega y Alemania, todos los cuales operan la misma aeronave. Las plataformas compartidas significan entrenamiento, piezas y datos compartidos, una ventaja para la eficiencia de la OTAN.

Por supuesto, estos cazas de vanguardia conllevan elevados costes de mantenimiento. Las piezas de repuesto, las revisiones de motores y las constantes actualizaciones de software pondrán a prueba la disciplina del presupuesto de defensa de Dinamarca durante los próximos años. El verdadero desafío no es solo comprar los aviones, sino mantenerlos listos para la misión en algunas de las condiciones más duras del mundo.


Señales de mercado e implicaciones industriales

Los inversores han sido rápidos en leer entre líneas el anuncio de Dinamarca. La última venta de F-35 de Lockheed Martin puede ser modesta en escala, pero envía una poderosa señal: los países nórdicos están apostando por sistemas de defensa de alta gama e interoperables en lugar de alternativas más baratas y aisladas.

En toda Europa del Norte, la tendencia es clara. Noruega y los Países Bajos ya operan F-35, y Finlandia tiene 64 unidades encargadas. Este enfoque compartido crea un estándar de facto para sistemas de armas, enlaces de datos y entrenamiento de pilotos en toda la región, una especie de «Fuerza Aérea Nórdica» sin la etiqueta formal.

El proyecto del cable submarino también abre nuevas oportunidades para un grupo selecto de empresas de ingeniería que pueden manejar las condiciones del Ártico. Solo unos pocos actores globales —como Alcatel Submarine Networks, NKT, Prysmian y SubCom— tienen el conocimiento técnico para tender cables en entornos tan extremos. Su trabajo podría establecer un modelo para proyectos similares de la OTAN en Noruega o el Reino Unido, que se enfrentan a desafíos de comunicación comparables.

Es probable que las empresas de defensa regionales también se beneficien. Saab de Suecia, Kongsberg de Noruega y la propia Terma de Dinamarca podrían obtener contratos para buques de patrulla reforzados para hielo, sensores para clima frío y electrónica especializada. Y con el renovado interés de la OTAN en la guerra antisubmarina, el mercado de boyas de sonar, arreglos remolcados y procesadores de señales se está calentando rápidamente.


Lagunas de capacidad y presiones presupuestarias

Incluso los planes audaces encuentran límites difíciles. Operar en el Ártico es brutalmente difícil. Dinamarca necesitará más personal capacitado, mejores cadenas de suministro y mayores capacidades de búsqueda y rescate, todo lo cual lleva años construir. Reclutar personas dispuestas a servir en la oscuridad cercana al punto de congelación tampoco es fácil.

Luego está el dinero. Distribuir 56.000 millones de coronas danesas entre proyectos aéreos y marítimos inevitablemente presionará a otras partes del ejército, como el ejército de tierra y la seguridad nacional. El gobierno promete más financiación en el futuro, pero mantener el gasto en defensa a esta escala requiere voluntad política, algo que puede desvanecerse cuando la economía se desacelera o los votantes se inquietan.

Otra preocupación es la dependencia. La creciente dependencia de Dinamarca en los sistemas estadounidenses —desde el F-35 hasta el posible avión de patrulla P-8A— la sujeta a los controles de exportación y los plazos de EE. UU. Si las prioridades de Washington cambian o surgen desacuerdos comerciales, Dinamarca podría encontrarse esperando en la fila por actualizaciones cruciales o piezas de repuesto.


Evaluación prospectiva

La apuesta de Dinamarca se basa en una clara suposición: las tensiones en el Ártico no se enfriarán pronto. Este paquete de defensa prepara a las fuerzas danesas para asumir un papel más importante en las misiones del norte de la OTAN, especialmente en la vigilancia marítima y las patrullas aéreas. También libera recursos de EE. UU. para el Indo-Pacífico, un cambio que Washington sin duda dará la bienvenida.

Los expertos esperan que Dinamarca finalice su elección de avión de patrulla marítima en el plazo de un año. Las entregas de los cazas podrían extenderse hasta finales de la década de 2020, dadas las acumulaciones de producción globales. El centro de mando de Nuuk y el cable submarino tardarán más, requiriendo estudios ambientales, permisos y construcción en algunas de las partes más remotas del planeta.

Mientras tanto, la estrategia nórdica más amplia está tomando forma. Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca están coordinando más estrechamente que nunca, centrándose en la presencia en el Ártico, la recopilación avanzada de inteligencia y la guerra antisubmarina. Los próximos simulacros Arctic Light 2025 en Groenlandia pondrán a prueba esa cooperación.

Aun así, nadie subestima el desafío. Los futuros conflictos en el Ártico podrían no parecerse a las guerras tradicionales. Podrían desarrollarse a través de tácticas de «zona gris» —sabotaje de cables, interferencias electrónicas o ciberataques que desdibujan la línea entre la paz y el conflicto. El enfoque de Dinamarca en sensores, comunicaciones y redes de patrulla demuestra que entiende que el próximo enfrentamiento en el Ártico se ganará no solo con potencia de fuego, sino por quien vea primero y actúe más rápido.


Este artículo no constituye asesoramiento de inversión.

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