Chevron Lanza el Innovador Proyecto Ballymore, Avanzando la Estrategia de Producción en el Golfo Sin Nueva Plataforma

Por
Reza Farhadi
9 min de lectura

Ballymore de Chevron: Un hito en aguas profundas que redefine la economía del Golfo

A cinco kilómetros bajo las aguas del Golfo de México, una maravilla tecnológica ha entrado en funcionamiento silenciosamente y podría cambiar la economía de la producción de petróleo en aguas profundas. Chevron Corporation anunció el lunes que su proyecto Ballymore ha comenzado a producir petróleo y gas natural, lo que supone un avance importante en la estrategia de la empresa en el Golfo, sin las enormes inversiones en infraestructura que suelen acompañar a los proyectos en alta mar.

En lugar de construir una nueva plataforma de miles de millones de dólares, que es la forma habitual de desarrollar proyectos en aguas profundas, Chevron conectó los tres pozos de Ballymore a su instalación Blind Faith a través de un sistema de conexión submarina. Este enfoque redujo los costes y el tiempo de desarrollo, manteniendo al mismo tiempo los objetivos de producción de hasta 75.000 barriles brutos de petróleo al día.

"Esto representa un cambio fundamental en la forma en que abordamos el desarrollo en aguas profundas", declaró Brent Gros, vicepresidente de Chevron Golfo de México, durante una visita al centro de control de la empresa en Houston, donde los ingenieros supervisan las operaciones de Ballymore en tiempo real. "Estamos aprovechando la infraestructura existente y los equipos estandarizados para lograr lo que hace solo diez años habría requerido una plataforma completamente nueva".

Renacimiento del Golfo en medio de la transición energética mundial

La puesta en marcha de Ballymore se produce en un momento crucial para la industria energética en alta mar de Estados Unidos. Aunque gran parte de la atención se ha centrado en el enorme crecimiento de la producción de esquisto y de las energías renovables, el Golfo de México ha experimentado silenciosamente su propio renacimiento gracias a la innovación tecnológica y a la disciplina en los costes.

Situado aproximadamente a 260 kilómetros al sureste de Nueva Orleans, a 2.000 metros de profundidad, Ballymore se encuentra en la zona del Cañón del Misisipi y representa el primer proyecto de Chevron en la prometedora tendencia geológica de Norphlet. El proyecto, de 1.600 millones de dólares, desbloquea unos 150 millones de barriles equivalentes de petróleo a lo largo de su vida útil, recursos que habría sido económicamente inviable extraer hace tan solo unos años.

"Lo notable de Ballymore no es solo su logro técnico, sino su perfil económico", explicó un profesor de economía del petróleo. "El enfoque de conexión ha situado el punto de equilibrio del proyecto por debajo de los 30 dólares por barril, creando un activo resistente que puede generar beneficios incluso en entornos de precios difíciles. Esto se compara favorablemente con las plataformas tradicionales de nueva construcción, que a menudo requieren 45 dólares o más por barril para alcanzar el punto de equilibrio".

La estrategia de Chevron en aguas profundas contrasta fuertemente con el enfoque de la industria durante el anterior auge en alta mar, cuando las empresas se apresuraron a construir enormes plataformas independientes que con frecuencia sufrían sobrecostes y retrasos. El enfoque actual hace hincapié en la estandarización, el diseño modular y la integración con la infraestructura existente.

Huella medioambiental e intensidad de carbono

La cuenca del Golfo de México se ha convertido en una de las regiones productoras de petróleo con menor intensidad de carbono del mundo, con una media de unos 6 kilogramos de CO₂ equivalente por barril, significativamente por debajo de la media mundial de la industria e incluso inferior a muchas operaciones de esquisto estadounidenses, que promedian alrededor de 12 kilogramos.

Al utilizar el enfoque de conexión en lugar de construir una nueva plataforma, Chevron ha reducido aún más la huella medioambiental de Ballymore. El proyecto requirió sustancialmente menos acero y hormigón, materiales cuya producción genera importantes emisiones de carbono.

"El modelo de conexión submarina reduce el acero instalado hasta en un 70% en comparación con los proyectos tradicionales", señaló un analista de transición energética de una de las principales empresas de consultoría. "Esto reduce no solo las emisiones operacionales directas, sino también lo que llamamos emisiones incorporadas: la huella de carbono de los materiales y la construcción".

Los grupos ecologistas sostienen que el nuevo desarrollo de combustibles fósiles está en conflicto con los objetivos climáticos, pero reconocen la intensidad de carbono relativamente baja del Golfo en comparación con otras regiones productoras de petróleo.

Implicaciones estratégicas y financieras

Para Chevron, Ballymore representa algo más que otro yacimiento petrolífero. Es una pieza estratégica en la ambición de la empresa de aumentar la producción del Golfo de México a 300.000 barriles netos diarios de equivalente de petróleo para 2026. El proyecto sigue a varias puestas en marcha recientes en el Golfo, incluido el proyecto Anchor, técnicamente innovador, y el proyecto Whale, no operado.

Los analistas financieros prevén que Ballymore podría aportar aproximadamente 1.000 millones de dólares anuales al flujo de caja libre de Chevron a precios del petróleo Brent de 70 dólares, asumiendo un tiempo de actividad del 90% y la participación del 60% de la empresa. La importante empresa energética francesa TotalEnergies posee el 40% restante del proyecto.

"Ballymore refuerza la visibilidad del flujo de caja libre de Chevron y proporciona barriles de mayor producción y menor declive que dan a la empresa flexibilidad para mantener las recompras de acciones incluso si los precios del petróleo caen hasta mediados de los 60 dólares", dijo Morgan Chen, analista de renta variable energética. "La economía del proyecto es particularmente impresionante dado que se completó a tiempo y dentro del presupuesto en un entorno donde muchos competidores continúan luchando con el control de costos".

El desarrollo también tiene implicaciones más amplias para el mercado a pesar de su tamaño relativamente modesto. Si bien la producción de Ballymore representa solo el 0,07% del suministro mundial de líquidos esperado, contribuye al crecimiento de la producción no OPEP que complica los esfuerzos de la OPEP+ para gestionar los precios mundiales del petróleo mediante recortes de producción.

Logros tecnológicos y desafíos

El desarrollo de Ballymore requirió la superación de importantes retos técnicos. Los yacimientos de alta temperatura de la tendencia de Norphlet ponen a prueba los límites de la metalurgia de los equipos submarinos, lo que requiere materiales y sistemas de control especializados.

El proyecto se aceleró desde el descubrimiento hasta la sanción en tan solo cuatro años, un calendario impresionante en el entorno técnicamente desafiante de las aguas profundas, donde los ciclos de desarrollo tradicionalmente se extendían mucho más allá de una década.

"La rapidez desde el descubrimiento hasta la primera extracción de petróleo demuestra cómo la industria ha transformado su enfoque del desarrollo de grandes proyectos", explicó Thomas, que trabaja para uno de los principales contratistas del proyecto junto con Subsea 7. "Hemos pasado de la ingeniería a medida para cada proyecto a soluciones más estandarizadas y repetibles".

Los tres pozos de Ballymore se conectan a un sistema de colectores submarinos que dirige la producción a través de líneas de flujo a la plataforma Blind Faith. Los nuevos módulos de procesamiento instalados en la instalación existente separan el petróleo, el gas y el agua antes de que el petróleo se transporte a tierra a través de un oleoducto.

Posibilidades futuras y evolución del mercado

Los observadores de la industria ya están especulando sobre las posibilidades futuras que permite el éxito de Ballymore. Algunos prevén nuevos avances tecnológicos, como el potencial de equipos submarinos electrificados alimentados por energía eólica marina para finales de la década, lo que podría reducir aún más la huella de carbono de la operación.

Otros ven implicaciones en la cartera, lo que sugiere que Chevron podría considerar la posibilidad de ceder una parte de su participación del 60% a empresas petroleras nacionales que buscan exposición a barriles estadounidenses de bajo punto de equilibrio, utilizando potencialmente los ingresos para financiar otras prioridades estratégicas.

La puesta en marcha se produce en un momento en que los mercados energéticos mundiales siguen evolucionando rápidamente. Si bien el crecimiento de las energías renovables se acelera, las previsiones de la demanda de petróleo siguen siendo sólidas para la próxima década, especialmente para los barriles de menor intensidad de carbono procedentes de regiones políticamente estables.

"El modelo de Ballymore representa lo que podría denominarse "Aguas Profundas 2.0": un enfoque más eficiente en el uso del capital y con menos emisiones de carbono para el desarrollo en alta mar", dijo un director gerente de Global Energy Consultants. "Permite a las empresas prolongar la vida útil de los yacimientos, aprovechar los descubrimientos satelitales y mantener las mesetas de producción sin los enormes compromisos de capital que antes definían esta industria".

Riesgos y desafíos futuros

A pesar de su exitosa puesta en marcha, Ballymore se enfrenta a riesgos constantes que podrían afectar a su rendimiento a largo plazo. El Golfo de México sigue siendo vulnerable a las interrupciones causadas por los huracanes, y tormentas como el huracán Ida en 2021 demostraron la posibilidad de cierres prolongados de la producción.

También se cierne la incertidumbre política, con posibles cambios en la normativa sobre el metano o en las políticas de arrendamiento tras las próximas elecciones. Cualquier problema de integridad de las líneas de flujo con los yacimientos de alta temperatura de Norphlet también podría poner en tela de juicio la narrativa de la conexión que sustenta la economía de Ballymore.

Para las comunidades costeras y la economía estadounidense en general, proyectos como Ballymore generan tanto beneficios económicos como preocupaciones medioambientales. El proyecto contribuye a las arcas federales a través de las regalías y apoya los puestos de trabajo en toda la infraestructura energética de la costa del Golfo, desde los astilleros de fabricación hasta las empresas de servicios.

La ecuación de las aguas profundas reescrita

A medida que los mercados energéticos sortean el complejo equilibrio entre satisfacer la demanda actual y abordar los objetivos climáticos, Ballymore ejemplifica un camino intermedio que muchas empresas energéticas integradas están siguiendo: extraer recursos fósiles con menor intensidad de carbono y mayor eficiencia de capital, al tiempo que se construye la opcionalidad para las futuras transiciones.

"Lo que demuestra Ballymore no es solo un proyecto exitoso, sino una fórmula: reciclar las bolsas de recursos varados a través de conexiones eficientes y con menos emisiones de carbono, generar un flujo de caja resistente y mantener la opcionalidad sobre las futuras direcciones estratégicas", explicó un investigador de transición energética del Centro de Estudios Estratégicos de la Energía. "No es ni una historia de puro crecimiento ni una narrativa de ocaso, sino algo más matizado que refleja la compleja realidad de la transición energética".

Para los inversores, esto se traduce en volúmenes de producción más estables, rendimientos más sostenibles para los accionistas y plazos más amplios para empresas como Chevron antes de que se hagan inevitables cambios de cartera más drásticos.

Cuando amanecía el lunes sobre el Golfo, la puesta en marcha de Ballymore pudo haber parecido solo otro anuncio rutinario en el sector energético. Pero bajo la superficie, tanto literal como figuradamente, señala algo más profundo: la reinvención silenciosa de una industria que se adapta a las nuevas realidades económicas, medioambientales y tecnológicas de una manera que podría transformar el desarrollo energético durante décadas.

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