BHP invierte $555 millones en la mejora de la mina Olympic Dam para preparar una posible duplicación de la producción de cobre australiana

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NNZ
7 min de lectura

BHP apuesta fuerte por el cobre ante una inminente escasez global

El nuevo impulso del gigante minero en Olympic Dam marca un giro hacia los metales del futuro, manteniendo muy presentes los errores del pasado

ADELAIDA, Australia — En las profundidades del desierto de Australia Meridional, BHP está excavando en uno de los yacimientos de mineral más complejos del mundo con una confianza renovada. El gigante minero ha comprometido más de 840 millones de dólares australianos (unos 555 millones de dólares estadounidenses) en una serie de proyectos en su yacimiento de Olympic Dam, una inversión que podría parecer modesta sobre el papel, pero que tiene un gran peso estratégico.

El capital se destinará a financiar un túnel de acceso subterráneo, un sistema de relleno mejorado, rampas de mineral extendidas con vías electrificadas y una nueva planta de oxígeno para aumentar la producción de la fundición. En pocas palabras, BHP está eliminando cuellos de botella y asegurándose de que esta compleja mina funcione con mayor fluidez. Al mismo tiempo, esta medida deja la puerta abierta a algo mucho más grande: una posible expansión multimillonaria, sin repetir los costosos errores que la obligaron a abandonar un megaproyecto aquí hace más de una década.


Cobre: El nuevo petróleo de la transición energética

Este renovado impulso llega en un momento crítico. El cobre, antes considerado simplemente otro metal industrial, se ha convertido en la columna vertebral de la electrificación. Se encuentra en todas partes, desde el cableado de los vehículos eléctricos hasta las vastas redes que alimentan la red eléctrica con energía renovable, incluso dentro de los centros de datos que impulsan la inteligencia artificial.

BHP espera que la demanda de cobre aumente un 70% para 2050. Esto significa que se necesitará un millón de toneladas adicionales cada año para 2035. Sin embargo, la oferta global no ha logrado seguir el ritmo. Las minas están envejeciendo, las leyes del mineral están disminuyendo, los costes siguen subiendo y los riesgos políticos en los principales productores como Chile, Perú y la República Democrática del Congo no han desaparecido. Las interrupciones en lugares como la mina Grasberg de Indonesia, combinadas con los bajos márgenes de refinado, demuestran que la escasez ya ha comenzado.

En este clima, Australia se perfila como un refugio seguro. Ofrece una regulación estable, una infraestructura sólida y menos problemas geopolíticos. Para BHP, Olympic Dam es más que una simple mina; es la piedra angular de su estrategia más amplia para deshacerse del carbón y el petróleo y apostar fuerte por lo que los ejecutivos llaman "materias primas del futuro". Con cobre, uranio y oro en el mismo yacimiento, el sitio cumple este requisito a la perfección.


Lecciones de un error de 20.000 millones de dólares

La cautela actual de BHP está marcada por un doloroso recuerdo. En 2012, la empresa descartó un plan de 20.000 millones de dólares estadounidenses para convertir Olympic Dam en una de las minas a cielo abierto más grandes del mundo. Los costes se dispararon, los precios fluctuaron salvajemente y la geología resultó más terca de lo esperado. El proyecto colapsó bajo su propio peso.

Esta vez, BHP no se precipita. En lugar de desembolsar miles de millones de una sola vez, está dando pequeños pasos calculados: solucionando los cuellos de botella de la mina y haciendo que las operaciones actuales funcionen a pleno rendimiento. Si todo sale según lo previsto, la empresa podría aprobar una mejora de la fundición y la refinería para finales de 2028. Los analistas estiman que esta expansión podría costar entre 2.000 millones y 3.500 millones de dólares estadounidenses, duplicando la producción de cobre de Australia Meridional a unas 650.000 toneladas al año para mediados de la década de 2030.

La estrategia también vincula Olympic Dam con las minas cercanas de BHP, Prominent Hill y Carrapateena. Al mezclar mineral de diferentes fuentes, la empresa resuelve un problema técnico de larga data y reparte los costes de infraestructura en una base de producción más amplia. En términos sencillos: más flexibilidad, menos riesgo.


Agua, energía y los desafíos menos glamurosos

Por supuesto, la minería no es solo voladura de roca. Detrás de los ambiciosos planes se esconden obstáculos prácticos que pueden determinar el éxito o fracaso del proyecto. ¿El más importante? El agua. La expansión de Olympic Dam depende del proyecto Northern Water, una enorme planta desalinizadora y una tubería de 600 kilómetros para transportar agua dulce tierra adentro. Sin ella, no hay expansión. Las aprobaciones medioambientales y las adquisiciones no finalizarán hasta al menos 2026, por lo que los inversores estarán muy atentos.

La energía es otro gran desafío. La fundición consume muchísima electricidad. Afortunadamente, la red de Australia Meridional es una de las que más energía renovable utiliza en el mundo. BHP ya ha cerrado varios acuerdos de energía limpia, incluido un contrato de 100 megavatios, lo que la sitúa en una buena posición para producir "cobre verde". Esto podría resultar valioso a medida que los compradores demandan cada vez más materiales de baja emisión de carbono.

Los proyectos actuales también crearán unos 200 puestos de trabajo en la construcción, un impulso bienvenido para la economía local. Pero la pregunta más importante persiste: ¿podrá BHP domar la geología notoriamente difícil de Olympic Dam y exprimirle más productividad?


Analizando las cifras

Para los analistas, las cifras son prometedoras e inciertas a la vez. Con el cobre rondando los 10.000 dólares estadounidenses por tonelada, una producción adicional de 150.000 a 250.000 toneladas al año de Olympic Dam podría generar rendimientos de entre el 9% y el 20%. Eso no es un cambio de juego para un gigante como BHP, pero sigue siendo atractivo.

Dependiendo de los precios del cobre y la ejecución, la primera etapa por sí sola podría generar entre 4.000 millones y 8.000 millones de dólares estadounidenses en valor. Después de ajustar por riesgos, la mayoría espera aproximadamente la mitad de esa cifra. En otras palabras, es una apuesta sólida, no una apuesta que defina a la empresa.

El modelo integrado de minería y fundición también le da a BHP una ventaja. Si bien las fundiciones independientes luchan con márgenes débiles, BHP controla todo el proceso, desde la extracción del mineral hasta el refinado del metal. Esto asegura que capture beneficios en múltiples etapas y pueda ajustar la producción a los cambios del mercado. Los subproductos de uranio y oro añaden un pequeño colchón extra, aunque la recuperación de uranio sigue siendo técnicamente complicada.


Lo que los inversores deben observar

Entonces, ¿qué sigue? Algunas señales clave revelarán la historia. Si el proyecto Northern Water se estanca, toda la expansión podría retrasarse hasta la próxima década. El control de costes en los activos de cobre de BHP en Australia Meridional también será importante. La empresa pronostica actualmente costes de entre 1,30 y 1,80 dólares estadounidenses por libra, pero si tienden al extremo superior, los rendimientos podrían verse afectados.

Y luego está el propio cobre. Si los precios se mantienen por encima de los 9.000 dólares estadounidenses por tonelada, la expansión parece mucho más probable. Si caen por debajo de los 7.000 dólares, la historia sugiere que BHP podría retrasar la decisión de nuevo. Incluso si Olympic Dam duplica su producción, no resolverá por sí sola la inminente escasez mundial de cobre, pero podría ayudar a establecer un precio mínimo más alto para los precios globales.


Una apuesta calculada por un futuro ávido de cobre

Si se aprueba, la expansión de Olympic Dam le daría a BHP una mayor cuota de un mercado que se espera que se mantenga ajustado durante años. El enfoque paso a paso demuestra disciplina de capital y mantiene las opciones abiertas, al tiempo que posiciona a la empresa para el potencial al alza de una transición energética impulsada por el cobre.

Pero no esperen soluciones rápidas. Incluso con luz verde en 2028, la nueva producción no fluiría hasta principios de la década de 2030. Es probable que el mercado del cobre siga bajo presión mucho antes de esa fecha.

Por ahora, el compromiso de quinientos millones de dólares de BHP no es una gran apuesta. Es más bien una opción cuidadosamente cubierta: una forma de prepararse para un mundo ávido de cobre sin jugarse la granja. La verdadera prueba llegará cuando el agua, la energía y los precios del mercado se alineen, y solo entonces se desbloqueará todo el potencial de Olympic Dam.

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